» 𝐂𝐞𝐢𝐭𝐡𝐢𝐫-𝐝𝐞𝐮𝐠

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Elsa estaba segura que haber bloqueado el número de Anna fue un enorme paso en su pequeña depresión de corazón roto. Se había atrevido a quitar aquel fondo de pantalla donde ambas salían, bloqueo y cambió su nombre de usuario para que Anna no pudiera encontrarla en ninguna red social, también se propuso olvidarla al tener más salidas con Maren.

Para su gran suerte, Anna tampoco parecía tener interés en buscarla y eso la hizo pensar que sólo había jugado con ella para poder saber que era romperle el corazón a una chica. O tal vez ella estaba siendo exagerada y no deseaba ver el deportivo que, más de una vez, se estacionaba en las puertas de su escuela o notar al tal Mattias siguiéndola a una distancia considerable. No quería pensar que Anna la estuviera vigilando por alguna razón.

Estar en su trabajo debía ser lo único bueno en ese momento. Estar rodeada de libros y silencio, ordenarlos en base a sus géneros y, al estar en el estante correspondiente, ser ordenados por nombre alfabético. Elsa siempre había disfrutado aquel puesto que tenía en la biblioteca desde los catorce años.

– Elsa, querida, ¿Puedes ir por unos libros a la bodega? Los trajeron hace unos días y no los colocamos porque aún quedaban.– habló la bibliotecaria.

– Claro.

Dejo a un lado los libros que sostenía para ir directo a la bodega. Se colocó sus audífonos para hacer la tarea un poco más entretenida, después de todo, la bodega estaba abajo y tenía aquel aspecto tenebroso. Tarareaba "Out of the Woods" de Taylor Swift al tiempo que baja hasta llegar a su destino. Encendió las luces y se sobresaltó al encontrar a una persona allí, dándole la espalda y usando una capucha.

– Disculpa, no puedes estar aquí, es solo para empleados.– habló la platino quitándose ambos audífonos, pero la persona parecía no inmutarse porque no se volteó.– Disculpa.

Elsa decidió tomar al desconocido del hombro para voltearlo. Se llevó la gran sorpresa que se trataba de aquella pelirroja y su estúpido ceño fruncido.

– ¿Qué haces aquí? – escupió Miller.

Anna pensó hablar, pero sintió el impacto de la mano de Elsa contra su mejilla. Claramente eso no era lo que estaba esperando al verla otra vez, tal vez fue una pésima idea esperarla ahí y actuar como un secuestrador. Llevo su mano hasta su mejilla y la sobó ligeramente.

– Auch.

– No pienso discúlpeme por golpearte aunque seas la princesa.– murmuro con molestia la platinada.

– No esperaba que lo hicieras, supongo que me lo merezco.– razonó la princesa.

– Lo haces.– aclaró.– ¿Qué haces aquí?

– Le pedí a tu jefa que me diera acceso a la bodega para que ella luego te enviara aquí y podamos hablar, literalmente me bloqueaste de todos lados.– confesó Anna.

– ¿Por qué habrá sido?

La heredera levantó una ceja al escuchar el tono sarcástico en la platinada, notando como se cruzaba de brazos y trataba de no mirarla. Miller suspiro, moviendo impacientemente su pie izquierdo y mordiendo su labio por el incómodo silencio que se estaba formando entre ambas. ¿Por que Anna no le explicaba el porqué estaba ahí y ya? ¿Que tantas vueltas tenía que dar para decirle algo tan simple? Su mirada se fijó en los tenis que estaba usando la princesa, vestía tan normal que podía ser confundida por un simple residente del reino.

– Escucha, tengo traba...

Sintió su espalda chocar con la fría pared, sus muñecas ser aprisionadas por las manos de la pelirroja cómo sentir los labios de Anna sobre los suyos. Elsa se rehusó a seguir el beso, deseando ser fuerte para negarle aquello. No pensaba perdonarla, menos si creía que con ir y besarla, ella saltaría a sus brazos sin más. Logró colocar su pierna entre las de Anna, aún cuando la pelirroja no tenía nada, asumió que dolería. Sin pudor, le dio un rodillazo que la hizo chillar y soltarla.

Arenfjord ❧ ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora