» 𝐀𝐨𝐧-𝐝𝐞𝐮𝐠

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Quizás había sido algo que ella no planeo de la mejor forma, pero ahora se encontraba en el Valle, ayudando a Elsa y a las demás personas de Arendelle a preparar todo para el festival. Quizás lo único malo de todo fue que Elena haya insistido en ir para ver la razón del porqué Anna se negó a un almuerzo con ella.

Elsa no había logrado contener la emoción de poder estar, prácticamente, cerca de Anna en cada ocasión que se le presentara: rozando sus manos, besando su mejilla o sonriéndole. Y aquellos gestos no pasaban desapercibidos por nadie, incluida la princesa de Gondolin. No podía armar alguna escena porque aquella platinada la había humillado frente a todos y porque la princesa de Arendelle se notaba más que feliz con aquello. Como se miraban por varios minutos, sonriéndose y desviando la mirada con un sonrojo. Kristoff trataba de mantener a su hermana con los pies sobre la tierra, más de una vez estuvo por llevarse un buen golpe por andar distraída a causa de la pelirroja.

Quizás era el simple hecho que Anna tenía puestos unos shorts de mezclilla, unos tenis negros, camiseta blanca y camisa escocesa con sus mangas dobladas en sus codos. Se lograba apreciar la sonrisa en la pelirroja cuando la estudiante pasaba a su lado y la incomodidad en ella cuando la azabache le hablaba. Ryder se rio cuando su cuñada se tropezó con una estaca de madera por estar observando a la princesa ayudando a cargar unas tiendas.

En el almuerzo, Anna había sobresaltado a Elsa al abrazarla por la espalda y besar su hombro. Miller volteó, pasando sus brazos por encima de los hombros de la pecosa y rozando su nariz con la ajena. Ambas rieron, de forma feliz por dichos gestos de enamoradas. Lo estaban, o eso veía el resto del pueblo. Como la princesa de Arendelle parecía más feliz al lado de la chica platino que al lado de una princesa. Anna suspiro, acariciando la cintura de Elsa e inclinándose lo suficiente para sentir su aliento mezclarse con el propio. Pero, otra vez, los dedos de la ojizarca se posaron en sus labios al mismo tiempo que alejaba su rostro.

– Espere un poco más, alteza.– rio Elsa.

Andersen bufo, haciendo un puchero que se borró cuando Elsa beso la comisura de sus labios. Pequeños gestos que causaban grandes sentimientos en ambas chicas.

La princesa de Gondolin escupió su bebida al verlas, hervía en celos. Su viaje para estar cerca de Anna y poder conquistarla no iba como lo estaba planeando, no cuando había una personas más en la ecuación que tanto su padre como el de Anna habían hecho. Una sencilla chica del pueblo que parecía ser la debilidad de la heredera al trono de Arendelle. Sabía que sus posibilidades de tener la atención de Anna comenzaban a volverse cada vez menos, pero tenía una carta bajo la manga que usaría en el momento adecuado y eso llevaría a que aquella platinada se alejara.

Horas y horas de preparación. Decorando el Valle y comenzando a poner las mesas con la comida. Pequeños refrigeradores con algunas bebidas alcohólicas, dulces para los menores, diversas actividades, pequeños torneos que sacaban más de una risa. Una pista de baile, banda en vivo y demás cosas presentes en aquel tipo de festival. Los banderines con el escudo del reino, mantas en el suelo con algunos cojines y todo el pueblo de Arendelle divirtiéndose. La presencia de los reyes fue una sorpresa que solo trajo alegría, invitándolos a unirse a charlas, bailes y juegos.

Anna sorprendió a Elsa cuando logro divisarla en la pista de baile junto a una chica de castaños cabellos. Quizás pudo esperar que otra canción comenzara para bailar con la platinada, pero verla tan apegada y sonriente con aquella chica solo la hizo avanzar para sujetarla de la cintura y alejarla. Elsa solo pudo reírse de ver el ceño fruncido de Maren y la socarrona sonrisa en la princesa pelirroja.

– Pensé que su alteza no vendría.– bromeó la platinada.

– Te lo prometí, ¿No? Cumplo mis promesas.

Elsa llevaba unos shorts de mezclilla, vans de color blanco y una blusa suelta de color azul pastel que dejaba al descubierto uno de sus hombros. Su cabello sujetado en una alta coleta y un poco de maquillaje que apenas se notaba. Mientras Anna vestía formal o algo así. Pantalón negro, converse del mismo color junto a una camisa verde agua, un chaleco negro con rosemaring y un pañuelo color azul. Su cabello, peinado en un perfecto moño, había sido desordenado por la platinada como también dobló las mangas de la camisa hasta los ojos y quitó la camisa que llevaba dentro del pantalón.

– ¿Qué?

– Así te ves mejor.– susurro Elsa, besando su mandíbula y obteniendo un sonrojo en Anna.

Elena hablaba con algunas personas, sin dejar de observar como Anna reía junto a la chica de ojos azules y sonrisa perfecta. Se contenía a no ir y llevarse a Anna o, peor, informarle a los reyes de Arendelle para que hicieran algo al respecto. En un despiste, había perdido a las dos chicas. Revisando por todos lados para tratar de encontrarla, pero nada.

Y es que Elsa había tomado una manta, jalando a la princesa a una pequeña colina un poco lejos del festival. Donde podrían apreciar mejor las estrellas, donde solo serían ellas dos.

Miller colocó la manta en el suelo, quitándose los tenis y recostándose con sus brazos detrás de su cabeza. Aquella acción fue imitada por Anna, quien se colocó de lado para poder observar a la platinada de un mejor ángulo. El como Elsa le sonreía y observaba como si nada más hubiera en aquel momento. Se sentía feliz a su lado, tan cerca de ella que podía sentir su perfume.

Llevo una mano hasta un mechón rebelde que no le permitía apreciar por completo el rostro de la platinada. Sonrió al ver como Elsa se inclinaba contra su mano. Acariciaba su mejilla con su pulgar, escuchándola suspirar.

Se inclinó, con cuidado y de forma lenta por si Elsa volvía a detenerla, pero se llevó la sorpresa que la platinada estaba con los ojos cerrados. Quizás aquel era el momento que Elsa tanto decía. Su mano se apoyó al lado de la cabeza de la ojizarca, inclinando para sentir como su aliento se mezclaba con el de Elsa.

– ¿Me vas a besar o solo verificas que esté viva? – bromeó Miller.

La heredera al trono rio entre dientes, acercándose hasta sentir el roce de labios y, luego, como ambos se movían con calma. No querían acelerar nada, solo querían recordar aquello con detalle. Las manos de Elsa se apoyaron en las mejillas de Anna, pasando su lengua por el labio inferior de la princesa que dio acceso. Sus lenguas se encontraron, rozándose y bailando al mismo ritmo. Cuando fue necesario, se separaron. Ambas vieron el rojo en las mejillas ajenas.

– ¿Y bien? – preguntó Anna.

Elsa relamió sus labios, mordiendo el labio inferior mientras se sentaba. Su mirada se perdió a sus calcetines de muñecos de nieve y luego acabó en el curioso rostro con pecas de Anna. La pelirroja se sorprendió al sentir el peso de Elsa en su cintura, como sus piernas la apropiaban y como tomaba su rostro para volver a unir sus labios. Una de las manos de Anna se colocó en la espalda baja de Elsa mientras la otra se usaba de soporte.

Un suspiro escapó de los labios de Elsa en cuanto Anna decidió morder y jalar su labio inferior. Volviendo a separarse para recuperar el aire que perdieron. Unieron sus frentes, siendo Elsa quien cerró sus ojos mientras acariciaba el rostro de la princesa pelirroja.

– Fue mágico... – susurro Miller, rozando su nariz con la de Anna.– ¿Verdad?

– No puedo decir lo contrario.– confesó la heredera con una sonrisa.

Volvió a dar un corto beso antes de escuchar los fuegos artificiales. Elsa rio contra sus labios, observando el cielo iluminándose de diversos colores.

Al final, aquella espera no fue tan mala como Anna lo había imaginado.

Arenfjord ❧ ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora