Mientras Gerda intentaba cubrir las pocas marcas que estaban en el cuello de la reina, Kai ayudaba a Anna a colocar las pocas medallas que acepto tener en su traje. Dos personas ayudándola cuando Elena tenía a cinco o seis sirvientas y a su madre. De los tres, Gerda era quien más se estaba quejando por el estado de la reina y por haber llegado tarde ese mismo día.
Pero no era su culpa, Elsa Miller la había entretenido toda la mañana con películas y raras teorías que había sacado de internet. Anna disfrutó cada segundo a su lado y nadie podía decirle lo contrario, se notaba en esa brillante sonrisa que cargaba consigo desde que llegó al castillo, además de las marcas en su cuello y el resto de labial en mejilla derecha.
– ¡Sabía que debía estar a las ocho treinta en el castillo para comenzar a prepararse! – le grito la mujer pasando con fuerza la toalla sobre su rostro. – ¡Son casi las nueve treinta, majestad! ¡Una hora tarde!
No cualquier podía gritarle de esa forma a la reina, sabiendo que podían perder su trabajo en el castillo. Solo Gerda era la única que podía levantarle la voz y reñirla cuando hacía algo mal. Era la única, además de sus padres, que la podía castigar y Anna obedecía. Tanto Kai como Gerda estuvieron con ella desde que nació y se encargaron de cuidarla cuando sus padres estaban ocupados por asuntos de la corona. Ambos la vieron crecer y ambos estarían en primera fila en la ceremonia.
Había sido molesto decirles a sus padres que quería que Gerda y Kai estuvieran allí, sobre todo porque Agnarr comenzó a alegar que no podían debido a que era parte de la servidumbre y no tenían permitió presenciar la ceremonia. Pero, como siempre, Anna lo puso en su lugar y decidido cambiar los lugares de Agnarr e Iduna a lugares que estuvieran más atrás, dejando a Gerda y Kai en el primer asiento.
– Al menos llegó Gerda, deberíamos de felicitarla – recordó el hombre limpiando la última medalla que estaría en su traje. Kai, el buen Kai siempre defendiéndola. – Además que se estaba divirtiendo con aquella jovencita.
– Me gustaría tanto que fuera ella quien estuviera vestida de blanco hoy y no aquella... ¿Como llamarla?
– ¿Arpía? ¿usurpadora? ¿Caza fortuna? ¿Irritante? ¿Egocéntrica? ¿Malcriada? ¿Egoísta? ¿Molesta? ¿Torpe? – comenzó la reina acomodando el cuello de la camisa que llevaba. – ¿Sigo
– Majestad, hablamos de su futura esposa.
– Mi futura esposa está en su cama, viendo una serie policiaca mientras come pizza. La mujer que está a tres habitaciones de aquí es una simple princesa que tendrá parte de su boda – aclaró Anna.
Los toques finales en su traje fueron la espada y los guantes blancos que pocas veces había tenido que usar. Sus botas negras lustradas, el pantalón negros con dos franjas rojas en vertical a los lados, la camisa y el saco blanco con decorados en rojo y dorado, portaba algunas medallas y trataba de acomodar mejor su flequillo. Kai le extendió un pañuelo a la mujer que estaba a punto de derramar lágrimas al ver a la pelirroja de aquella forma.
Anna se miró al espejo unos pocos segundos. Rogaba en que todo saldría bien ese día, no debía haber ningún cabo suelto y menos darle el gusto a Elena de hacer algo contra ella o Elsa, especialmente contra Elsa. Anna no se lo permitiría.
La puerta se abrió de repente, dejando a la vista a Agnarr con el mismo traje militar que siempre usaba en cualquier celebración importante. Con un gesto, Gerda y Kai salieron de la habitación para dejar a la familia a solas. Anna no quiso mirarla, distrayéndose con su reflejo y buscando alguna imperfección que arreglar en su traje o cabello. El poco maquillaje apenas y se lograba notar en su rostro y cuello, el delineado negro en sus ojos y el poco labial color rojo mate se apreciaba de cerca.
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Arenfjord ❧ Elsanna
FanfictionElsa Miller no pensó que se chocaría con la mismísima princesa y heredera de Arendelle, Anna, y todo eso durante una pequeña excursión que su clase tenía dentro del castillo. Ahora, Elsa decide sacar a Anna de su encierro y enseñarle la belleza y ma...