» 𝐅𝐢𝐜𝐡𝐞𝐚𝐝-𝐬𝐞𝐚𝐜𝐡𝐝

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– Entonces... ¿La boda si se llevara a cabo?

– Exacto.

Anna dio un pequeño sorbo al té que Bulda le había servido. Kristoff y Ryder estaban sentados frente a ella, tratando de poder seguir el plan de la reina. Anna ni siquiera tenía planeado hablar con ellos, se suponía que hablaría con los padres de la albina y serían ellos quienes tuvieran su parte en aquel plan, pero viendo a ambos chicos allí y la idea de tener más personas apoyando era tentativa.

– ¿Pero?

– Kai le enviará un mensaje a Mattias y él le enviará un mensaje a uno de ustedes para que empujen a Elsa dentro de la capilla y se oponga a la boda – explicó con calma –. Fácil.

– ¿Tus padres saben de esto? – preguntó Ryder.– Es que no quiero que los reyes-

– Ex reyes – corrigió la chica dando un pequeño sorbo –. No tienen porque saberlo ya que sus órdenes y opiniones no tienen un valor para tomarse en cuenta, claro que... los sirvientes aún cumplen sus pedidos, pero lo demás es pasado y deberían pensarlo muy bien si quieren hacer algo porque terminarán durmiendo en la calla... y se que nadie quiere eso.

Ambos chicos se miraron, sabiendo de lo que Anna estaba hablando. La noticia de que la princesa de Gondolin estaba hospedándose en un hotel y no en el castillo estuvo en boca de todos por días y seguiría así hasta que algo más grande suceda... como la boda real que sería interrumpida por una adolescente de cabello albino. Nada iba a salir mal.

La reina acabó su bebida y se despidió de la familia, no sin antes preguntar por Elsa, aún cuando sabía la respuesta.

– Está con Honeymaren en el muelle – le contestó Ryder con una sonrisa.

Andersen sonrió falsamente y se marchó siendo escoltada por Mattias. No quería imaginar lo que podía estar pasando con ambas chicas en el muelle, ni siquiera sabía porque Elsa estaría allí, se suponía que estaría  en Oaken's y no en otro lugar. ¿Por que el cambio tan repentino? Y más que estaba con la castaña que no le daba buena espina.

– Al muelle – gruñó Anna sin darle tiempo a Mattias de hablar, ni siquiera lo dejó abrirle la puerta. Solo se metió, cerrando de un portazo y contestando su teléfono para poner la música al tope –. Apresúrate.

– Si, majestad.

El auto arrancó y Anna trató de localizar mejor a Miller, enviándole mensajes y llenándola de llamadas que no contestó. Anna comenzó a pensar y hacerse una idea errónea, llenándola de molestia que se esfumaría cuando viera a Elsa y, quizás, golpeara a la castaña por cambiarle los planes. Quería sorprender a Miller al visitarla, pero esa chica cambió todo.

Cuando llegaron al muelle, Anna se bajó tan rápido como logró visualizar la cabellera albina de Elsa entre tantas personas que, al verla, se fueron haciendo a un lado para dejarla pasar. En el momento en que Miller la vio, la reina pudo ver la brillante sonrisa en la chica y que se esfumó con un pequeño beso de parte de Anna.

– ¿Qué haces aquí? – preguntó Elsa acuñando su rostro.

– Eso quiero preguntarte, se supone que estarías ayudando a Oaken – reclamó la reina, viendo cómo Elsa fruncía su ceño ante eso.

– ¿Perdón? ¿Desde cuando debo dar explicación de lo que hago y no hago?

Anna quiso responderle, pero prefiero no decir nada y sólo suspirar. Llevo sus manos detrás de su cabeza, dándole una pequeña sonrisa a la chica.

– Lo siento – comenzó –. Es solo que siempre vas a Oaken's y quería ir a sorprenderte, pero luego me dijeron que estabas aquí y... no lo sé, me molesto que estuvieras con ella.

Elsa se rió, apretando sus mejillas mientras dejaba un pequeño beso en la nariz de la reina. Eran esos pequeños gestos que la hacían enamorarse cada vez más de la albina, los pequeños besos o caricias que Elsa le daba y aquella actitud tan radiante e infantil que atraía a cualquier persona.

– ¿Puedo decirte algo, pero prometes no enojarte? – susurro Miller.

La reina levantó una ceja al escucharla, sabiendo que cualquier cosa que le dijera Elsa podría causar que alguien durmiera en las calles. Su ceño se frunció, tratando de mantenerse tranquila por fuera.

– Claro – respondió con calma.

– Tú prometida... – comenzó, alisando los hombros del polo de Anna.– ... vino hace rato a...

– ¿A qué? ¿Te amenazó? – interrumpió Anna de repente, soltando un gruñido – ¿Acaso no le quedó claro cuando la dejé fuera del castillo?

– ¡Prometiste no enojarte! – chilló Miller.

– Comenzaste llamado a Elena "mi prometida"

– ¿Y no lo es?

– Bueno...

– Lo es, fin de la discusión – interrumpió la albina.– Como sea, solo vino y me dijo que estaba invitada a la boda, nada más.

– ¿Nada más? ¿Ni siquiera se burló de ti? ¿Solo te invito a la boda? – balbuceó Anna.

Algo no estaba bien en todo eso, ¿Por qué Elena querría a Elsa presente? Quizás para que la viera besarse con ella y romperle el corazón. Esa era la única opción fiable para la pelirroja, no había otra. Pero eso arruinaba su plan y nada podía arruinarlo, debía hacer que Elsa no fuera a la boda... más bien que si fuera, pero debía entrar en el momento justo.

– No vayas – soltó la pelirroja.– Tienes prohibido asistir, todo el pueblo tiene prohibido asistir a la ceremonia en la capilla. Puedes verlo por la televisión o ir al jardín principal del castillo.

– Anna, si crees que me sentiré mal porque-

– Un no es un no, mi querida y dulce novia. Si te digo que no puedes ir, ¿Tú qué haces?

– ¿No ir?

Anna sonrió, dando un casto beso en sus labios.

– Muy bien, nos estamos entendiendo a la perfección – canturreo Anna –. Mattias, el auto. Llevaremos a la señorita Miller a su hogar.

– ¿Dejarás a Honeymaren aquí? – preguntó Elsa.– Annie ~

Su voz era hipnótica para Anna, aquel pequeño tono que Elsa tenía cuando pronunciaba su apodo la hacía suspirar.

– Y también a la señorita Miel – susurró.

– Honeymaren Nattura – aclaró la ojizarca, dándole un pequeño golpe en la nariz.– Aprende el nombre de mis amigos, cariño.

Andersen solo pudo reírse de una forma nerviosa, mirando a Mattias en busca de ayuda por aquella situación. Elsa invadía su espacio personal y, no es que aquello no fuera de su agrado, sino que estaba entrando en pánico por las miradas de algunas personas y que las manos de Miller rodearan su cuello. Anna solo la beso varias veces, disfrutando la risa de su novia y sin preocuparse por la atención que estaban teniendo.

Sabía que eso se volvería una noticia que llegaría a oídos de sus padres y de Elena, pero ¿Quien podría tocarla? Era la reina, haría y diría lo que quisiera porque nadie la controlaba... menos Elsa. Era la única persona que podía contradecir a Anna y esta no diría absolutamente nada porque sabía que la menor estaba en lo correcto.

– Majestad – llamó el hombre abriendo la puerta trasera.– ¿Nos vamos?

– Si, pero Nattura iré en el asiento delantero con usted y será la primera que bajará – ordenó la monarca.– Porque tengo algo planeado para ti.

Su mirada se posó en ella, una brillante mirada repleta de amor y adoración.

– ¿Qué cosa?

– Es una sorpresa, querida – rió Anna.

Arenfjord ❧ ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora