» 𝐍𝐚𝐨𝐢

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Si algo le gustaba a Anna de todo eso, era el hecho de estar lejos del castillo. Podía sentir libre por segundos, sintiendo el aire que aquel pueblo tenía. Andersen permitió llenar sus pulmones con aquel aroma tan natural, sonriendo y dando un suspiro alargado que llamó la atención de la princesa a su lado.

– Veo que te gusta salir.– bromeó Elena.

Anna sonrió falsamente, observando de reojo a la princesa que no tenía intenciones de soltar su brazo para caminar libremente por el pueblo. Quizás era lo mejor, mantenerse cerca para que la invitada no hiciera algún comentario o hiciera algo que generara murmullos entre los Arendellianos. Se relamió los labios, viendo a su alrededor. El pueblo estaba bastante tranquilo a comparación con la última vez que estuvo con Elsa.

"Elsa"

Una sonrisa se mostró en sus labios, siendo observada con curiosidad por la princesa de otro reino. Elena llevo su mano hasta el mentón se Andersen, sujetándolo con cuidado y obligándola a mirarla. Pronto, la sonrisa en Anna se había esfumado cuando estuvo frente a los ojos verdes de Elena, quien no parecía querer dejar de sonreír y mucho menos soltarla.

– ¿En que piensas, cariño? – preguntó a voz suave la chica de cabello oscuro.

"En una chica que no eres tú... Espera, ¿Me llamó cariño?"

– Nada interesante, recuerdos de mi infancia en realidad.– contestó sin presión Anna.

La princesa de Gondolin se acercó lo suficiente para que Anna sintiera su aliento a menta y besara la comisura de sus labios. Lo que Andersen mas agradecía es no haberse cruzado a Elsa aún, detestaría que ella viera aquel acto por parte de una invitada. Sus manos fueron a los hombros descubiertos de Elena, empujándola delicadamente y con su mejor sonrisa.

– ¿Sucede algo, cariño?

"Deja de llamarme cariño, por favor." pensó Anna, cerrando sus ojos unos pocos segundos antes de hablar.

– Solo que no me gusta que invadan mi espacio personal.– habló la heredera.

Elena sonrió de lado, apretando gentilmente las pecosas mejillas de la princesa pelirroja. Su labios se estiraron ligeramente y todo porque la princesa de Gondolin la quería ver sonriendo.

– Llévame a un lugar donde podamos comer en paz, ¿Si, cariño? – pidió Elena.

Sería una larga mañana si la azabache seguía llamándola por aquel apodo, pero Anna no podía hacer más que sonreír y asentir, ser cordial y respetuosa con aquella invitada que, estaba segura, iba a extender su estancia en su reino.

– Por supuesto que si.– murmuro la pelirroja.

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Sus ojos viajaron por todo el lugar, recibiendo una charola y sintiendo el peso del pedido en sus manos cuando fueron puestos sobre esta. Elsa sonrió de lado, observando a Oaken tan feliz de tener a alguien que lo estuviera ayudando en esos momentos.

Había decidido darle una mano al amigable hombre y a otras personas de más sin recibir dinero alguno. Después de todo, tenía un pequeño puesto en la biblioteca y ganaba bastante bien para pasar cuatro horas a la semana allí dentro, recomendando y ayudando a las personas a encontrar el libro perfecto para disfrutarlo como ella lo hacía.

Pero, ahora, estaba en Oaken's tratando de llevar varios pedidos a la vez. Kristoff había ido con sus padres para darles una mano y ella prefirió quedarse en el pueblo, ofreciendo su ayuda a cualquier persona que la necesite.

Arenfjord ❧ ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora