» 𝐒𝐞𝐚𝐜𝐡𝐝-𝐝𝐞𝐮𝐠

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Gondolin era diferente.

Eso era lo que Anna siempre pensaba cuando despertaba. Nadie golpeaba su puerta, eran los mismos animales que la terminaban despertando. Los pájaros se apoyaban en su ventana para cantar y agobiar a la heredera que, en su interior, deseaba arrojarles uno de sus zapatos para que se callaran. Para su suerte, Elena dormía en su propia habitación, lejos de ella. Anna lo agradecía, podía entrar a su mail en la página de incógnito y escribirle un largo mensaje a la albina para que pudiera sonreír al obtener su respuesta.

Esa mañana la había despertado un grito que resonó por todo el pasillo. Anna se levantó de golpe al escuchar como alguien golpeaba la puerta con insistencia y parecía que no se detendría hasta que ella se levantara y abriera. Lo cual hizo a regañadientes por ser demasiado temprano, soltando un gruñido al escuchar como volvían a gritar. Quizás sonaba algo cruel de su parte, pero deseaba que fueran bandidos que irrumpieron el castillo y ella podría sentir la adrenalina por algo increíble. Pero no.

Era Teo con su espada de madera y un casco vikingo. Anna levantó una ceja, deseando tener una explicación, pero solo vio como el príncipe entraba a su habitación mientras hablaba de algo que la pecosa no estaba entendiendo en lo absoluto. Frunció el ceño, sobre todo al ver a Luna entrar también, pero usando una tiara, unas alas de plástico y una varita.

– ¡Princesa Anna, debe venir con nosotros ahora mismo! – grito Teo tomando su mano para hacerla correr.

"Pobres niños, no saben como soy cuando no desayuno." pensó Andersen con una mueca.

Porque Anna detestaba cuando alguien la molestaba en las mañanas, salvo que ese alguien fuera Elsa Miller, pero que dos niños vinieran gritando y molestándola para que jugara con ellos era mucho. Anna gruño soltando a Teo para caminar hasta su cama y caer en la misma.

– ¡Anna, queremos jugar! – grito Luna subiéndose a la cama y comenzando a saltar sobre esta.– ¡Elena dijo que jugáramos contigo para conocerte!

– Si, bueno...

Anna se sentó para encarar a esos dos niños que parecían no querer dejarla sola. No podía decirles algo porque no estaba en su reino y tampoco podía tratarlos de una forma tan cruel.

– Déjenme cambiarme y desayunar, ¿Sí? Lo necesito – habló levantándose de la cama para buscar algo de ropa –. Ahora déjenme en paz unos minutos.

– ¿Quiénes son snowflake y sunshine? – preguntó Teo.

La princesa de Arendelle se volteó para tomar su teléfono y bloquearlo mientras le sonreía a los dos niños que estaban bastante curiosos al respecto.

– Una amiga – contestó dejando el teléfono apagado sobre la pequeña mesa que estaba a un lado de su cama –. No deberían meterse donde no los llaman.

Sin más, Anna se metió dentro del baño privado para cambiarse en paz. Elsa le había enviado un mensaje y necesitaba leerlo, pero tenía a Teo y Luna en su habitación, y los dos vieron la notificación por lo que Anna dudaba que lo guardaran como un secreto.

Se vio una última vez, verificando estar lista. Los pantalones caqui, un polo mostaza oscuro, zapatos negros y un chaleco café. Su cabello estaba sujetado en una media trenza y  se colocó un poco de maquillaje para quitarse las ojeras.

Salió con la idea de poder negociar con ambos, encontrando a Teo y Luna saltando en su cama.

– ¡Oigan! – grito para obtener la atención de los dos menores – Llevadme con vuestra doncella.

"Elsa, si logramos casarnos y tener hijos, no me dejes hacer esto." rogó Anna al verlos sonreír emocionados.

Luna y Teo la tomaron de cada mano para sacarla de su habitación. La arrastraban hasta llegar al comedor donde estaban todos reunidos, incluso el tal Sebastián estaba allí, de cabello negro, piel tostada y ojos verdes. Trago pesado en cuanto esté la miro, con el ceño fruncido y como si la estuviera estudiando. Lo que hizo que Anna se sintiera incómoda por eso.

– ¿Eres Anna?

– ¿Acaso conoces a otra Anna? – trató de bromear la pelirroja.

Sebastián levantó una ceja, sin reírse e incomodando más a la pecosa, quien tragó nuevamente.

– No. Por esa razón preguntó si eres tú.

– Sebastián, por favor – habló el Rey –. Se amable con ella, pronto será parte de la familia.

"Si es que Elsa no hace algo antes." pensó Anna con una sonrisa y todo por pensar en la albina.

– Pienso que no debieron comprometer a mi hermana con una mujer, más que está reine Arendelle.– comenzó.– Podríamos cambiar y ser yo quien se case con ella. Unir Arendelle y Gondolin sería buena idea.

Anna no pudo evitar reírse ante eso, ni siquiera lo pensó mucho, pero oírlo hablar de aquella forma solo causaba gracia en ella.

– Lo siento, lo siento. Pero creo que estando en el siglo 21, deberías comprender que cualquier persona puede ser lo que quiera. Además de casarse con quien ame, no veo la necesidad de que personas ajenas elijan a la persona con quien uno pasara el resto de sus días.– habló Anna llevando sus manos detrás de su espalda.– Sin ofender, pero aún no me encuentro cómoda y menos me agrada la idea de estar comprometida con su hija. Pienso que a todos se les debe dejar el derecho a decidir sobre su vida.

Elena se había levantado mientras Anna hablaba, sujetándola del brazo y debiendo disculparse con su familia para salir del comedor. Anna podía ver la expresión molesta en su rostro y eso le molestó, ¿Pensaba decirle algo al respecto?

– No puedo creer lo...

– ¿Lo que hice? Solo dije la verdad. No creo que a ti también te guste esto del compromiso entre ambas – comenzó Anna –. Dije lo que debía decir, esta en el derecho de tu familia si tomarlo bien o mal.

– Al menos yo si quiero casarme contigo, Anna. Deberías darme una oportunidad y conocerme, ¿No crees?

Anna tuvo que soltar una risa sarcástica por eso, viendo a su prometida fruncir el ceño.

– ¿Hablas en serio? Escucha, estaré en tu reino ahora, pero prometo que la ser reina de Arendelle, haré que el compromiso...

– Lamento decirte que no puedes romper el compromiso, así que tendrás que aceptar que vamos a casarnos y yo me volveré tú esposa.

– Ni que fueras Elsa.– escupió Anna, logrando sacar la mano de Elena de su brazo.

Elena se mostraba atónita ante esa respuesta, viendo como Anna se alejaba sin darle explicación alguna.

Arenfjord ❧ ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora