» 𝐒𝐢𝐚

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Las auroras boreales era algo que siempre se llegaba a ver en cualquier fecha comprendida entre mediados de septiembre y finales de marzo. Anna las había visto pocas veces, siempre desde las ventanas del castillo, pero ahora estaba recostada con Elsa en el valle de la Roca Viviente, en la espera de verlas. Se sentía diferente, estaba emocionada y feliz. Volteó para ver a Elsa, su cabeza estaba apoyada sobre su mochila y sus manos entrelazadas sobre su pecho, definitivamente era algo que debía hacer constantemente o cuando estaba en las fechas donde se podían ver con claridad.

El valle poco a poco se iba llenando, todos recostándose o sentándose sobre alguna manta. Y ella recostada con su cabeza sobre sus brazos, los cuales estaban cruzados. Era una nueva experiencia que la princesa de Arendelle disfrutaba al máximo, sería de las pocas veces que podría hacer eso: tomarse un día libre, sin lecciones y pasarlo con alguien cercano a su edad... o de su interés, como Elsa Miller. Se permitió respirar el fresco aire Del Valle, llenando sus pulmones y cerrando sus ojos para disfrutar su pequeña libertad lo mejor posible. Hasta que sintió un ligero golpe en su pecho, era Elsa señalando el iluminado cielo.

Sus ojos brillaron por eso, la emoción se notaba en ella. Anna se incorporó, apoyando sus manos en el suelo y usándolas de soporte para ver hacia arriba. Sus labios ligeramente separados por el asombro y eso generó un cálido sentimiento en el pecho de Elsa. Sonrió de lado, terminando por morder su labio por lo tierna y emocionada que se veía la princesa. Miro sobre su hombro, notando al general que las estaba siguiendo y pudo ver el asombro en él también. Dándole a entender que el hombre tampoco había visto aquello tan de cerca.

– ¿Te gusta? – preguntó en un susurro Elsa.

La heredera al trono asintió, sin poder dejar de ver el iluminado cielo. Era algo que lograba atrapar a cualquier persona que lo veía y Anna era testigo de ello. Casi sin prestarle atención a nada más que no fueran las auroras boreales. Suspiro volviendo a recostarse en el suelo. Elsa se colocó de lado, solo para poder ver el perfil de Anna. Casi inconscientemente se acercó, apoyando su cabeza y mano sobre el pecho de la princesa, quien contuvo su respiración por segundos. Era nuevo, extraño y fantástico. Jamás había estando tan pegada a una chica y más alguien tan hermosa como lo era la platinada. Trago pesado, rodeándola sobre los hombros y apegándola más a ella. Su otro brazo seguí doblado y debajo de su cabeza.

– Es hermoso... jamás pensé que Arendelle fuera así.– confesó la heredera.– Siempre viéndolo desde la ventana del castillo o por fotos de Instagram.

– Bueno, deberías hacer esto más seguido. Conocer tu reino sin ser mediante los libros o un teléfono.– murmuró la estudiante con un suspiro.– ¿Tienes hambre?

Anna asintió, quitando su brazo para que Elsa pudiera levantarse y rebuscar algo en su mochila. Dejando que la intriga invada a la princesa. Elsa se levantó, bajo la atenta mirada de la cobriza, y acercó a un pequeño puesto ambulante hecho de madera. Algunas pequeñas bolsas de diversos dulces tradicionales de Arendelle. Al regresar, se sentó a un lado de Anna y le extendió un lefse. Uno de los pasteles noruegos más tradicionales, hecho con haría de trigo y entre las capas hay mantequilla, azúcar y canela.

– ¿O prefieres caramelo de regaliz?

– Lefse esta bien.– rio Anna, quitando el envoltorio y dándole una gentil mordida al pequeño pastel.

Elsa se llevó a la boca una cinta de caramelo de regaliz sabor a cereza.

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Ambas volvían a caminar por el centro del lugar tomadas de las manos, Anna sujetando el cuello de su chaqueta, la cual estaba colgada sobre su hombro y sonreía sin poder evitarlo. Elsa estaba bastante metida en la cálida sensación de tener a la princesa tan cerca suyo. Tomando su mano y habiendo pasado todo un día juntas.

Arenfjord ❧ ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora