» 𝐅𝐢𝐜𝐡𝐞𝐚𝐝-𝐭𝐫𝐢̀

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Las manos de Elsa acariciaron su espalda, su risa había inundado toda la habitación real y el corazón de la reina se aceleró. Apenas eran las ocho de la noche y la albina se encontraba tan feliz con la presencia de Anna. Incluso había estado saltando en la cama hasta ver a la reina ingresar. Anna se veía tan cansada cuando atravesó la puerta y Miller dejo todo para atenderla.

– Detesto a mi padre – susurró la pelirroja con una mueca.

Elsa llevo sus manos hasta sus hombros, comenzado a darle un intento de masaje al verla tan tensa. Anna suspiro, recargando su cabeza en el hombro de la albina y besando su mentón. Quizás era el único momento de ese día en donde la pelirroja se sentía feliz y a gusto por la presencia de la única persona que aceleraba su corazón. La adolescente dejó un beso en su cabeza, empujándola un poco para poder colocarse el pijama.

– ¿Mucho trabajo?

– Demasiado... Las juntas con el consejo son de lo peor... Y mi padre que sigue insistiendo en que debo-

Elsa la interrumpió al unir sus labios, la sujetaba del mentón para poder mantener el beso. Anna tuvo que romperlo cuando escuchó unos pequeños golpes en la puerta. Soltó un pequeño gruñido al tener que separarse de la adolescente, Anna había dejado en claro que no quería que nadie la molestara cuando acabara sus tareas reales. Lo dejaría pasar si se trataba de Kai o Gerda, después de todo eran los únicos dos que tenían permitido molestarla para cualquier cosa, especialmente las comidas. Fueron tres veces en las que Anna pasó el día entero en el estudio, tratando de entender algunos documentos y tratados que la hicieron perderse alguna comida.

Pero si eran sus padres, simplemente cerraría la puerta en sus rostro y regresaría con Elsa.

– ¿Quien es? – preguntó.

Elsa se encontraba en su pijama, buscando la mejor posición para leer uno de los tantos libros que encontró en la habitación de Anna. 

La voz de Iduna se escuchó al otro lado, causando que Anna pusiera los ojos en blanco y tuviera que abrir la puerta para no escuchar alguna queja o, peor, que su padre fuera y le recriminara su mal comportamiento. Cuando abrió, pudo ver la expresión de confusión en el rostro de su madre. Sabía que era nada más y nada menos que por la presciencia de aquella adolescente en su cama, disfrutando de un viejo libro.

– ¿Que hace ella aquí? – preguntó en un susurro la mujer.

– Permíteme reformular la pregunta... ¿Qué haces aquí? – cuestionó Anna, haciendo hincapié en el pronombre. El ceño de Iduna se había fruncido ligeramente ante aquella pregunta, colocando su mano sobre el hombro de su hija y tratando de sonreírle. Pero los planes de Anna eran otros, quitando su mano y dando un paso hacia atrás – Si no vienes por algo importante, voy a pedir que te retires.

– ¿De esa forma te diriges a tu madre? No te educamos así, Anna – escupió la antigua reina.

Anna le dio una sonrisa burlona, encogiéndose de hombros antes de cerrar la puerta en la cara de aquella mujer. Ignoro por completo los golpes y gritos de Iduna, ¿Con qué cara venia a hablarle? Hubiera preferido que se mantuviera callada como en la mañana cuando firmaron, también estaba la posibilidad de que fuera enviada por su padre para hablarle ya que Anna no estaba dispuesta a perder el tiempo en discutir con Agnarr. Ambos parecían estar disconformes con la decisión de que Elsa estuviera allí, pero ahora Anna reinaba y haría lo que se le antojara.

Elsa se movió un poco cuando sintió el peso de Anna en la cama, acercando su mano hasta alcanzar el cabello de la reina y pasar sus dedos por este. Anna suspiro ante los pequeños mimos que la ojizarca le brindaba mientras leía. Parecía demasiado interesada en la trama, estando por el sexto capítulo del libro que comenzó hace unos pocos minutos.

Arenfjord ❧ ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora