» 𝐅𝐢𝐜𝐡𝐞𝐚𝐝-𝐧𝐚𝐨𝐢

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El resto del día, Anna estuvo encerrada en su estudio para poder terminar con todas sus tareas antes de las siete y poder disfrutar de Elsa en lo que quedaba del día. Kai y Gerda la mantenían al tanto de todo, pidiendo su opinión para algunas cosas que, según ellos, debían ser decisión de Anna y no de los ex monarcas. Agnarr seguía insistiendo en verla y poder hablar sobre cualquier tema en relación a Elena y su futuro matrimonio.

Iduna no la había molestado tanto como su padre, solo lo hacía cuando Anna salía del estudio con la intención de comer algo o para ir a su habitación a descansar un poco. Elena si la molestaba en todo momento, entrando en el estudio y sentándose frente a ella mientras hacía algún sonido para tener la atención de Anna, algo que solo la irritaba y terminaba sacándola fuera como si fuera un perro.

Kai fue el último en entrar, tocando la puerta e ingresando luego de que Anna se lo permitirá. Se veía alegre, como si la noticia que le estuviera dando fuera algo buena y que la pusiera de buen humor. Algo que si sucedió, la noticia incluida a la albina y su pedido por verla en dos horas en Oaken's. Anna solo sonrió, dejando a un lado todo sus deberes y corriendo hacia su habitación.

Debía darse una ducha, buscar algo de ropa y luego ir a ver a la albina que parecía tener una enorme sorpresa para esa día. Luego Anna estaría de mal humor mañana por la mañana o hasta que su plan se ejecutara. Todo estaba listo y Anna solo tenía que disfrutar la noche.

– ¿Mattias está listo para-

Elsa le sonrió, sujetando dos bicicletas. Anna levantó una ceja, observando a la menor un radiante como siempre. Admitía estar sorprendida por eso, imaginando encontrarla en Oaken's y no allí con dos bicicletas. Llevaba unos jumper shorts negros con una blusa verde lima y botines negros, su cabello recogido en una alta coleta y una gorra con el escudo de la casa real.

– ¿Qué haces aquí?

– Se que Kai te dijo que estaría esperándote en Oaken's, pero era una pequeña excusa para esto – explicó Miller con una sonrisa, parecía una niña que acababa de recibir su regalo –. No es la típica desprendida de soltera, pero será un día que no vas a olvidar.

La reina se rió, acercándose para tomar una de las bicicletas y aceptar el casco que Elsa le entregó.

– ¿Que vamos a-

Elsa la interrumpió al colocarle el casco, abrochándolo y dándole un pequeño beso en los labios.

– Un pequeño recorrido por el pueblo, picnic en el valle y luego lo que tú quieras para concluir en una sorpresa que, espero, te guste.

– Cualquier cosa que venga de ti me gusta, Elsa – confesó la reina, causando un pequeño sonrojo en las mejillas de Miller – ¿Nos vamos? No deseo que mis padres o Elena te vean y hagan un drama.

– Claro, solo sígueme – rio Elsa, quitando el soporte y subiéndose a la bicicleta.

Anna la imitó, mirando sobre su hombro a Kai que tenía la clara orden de seguir con sus tareas hasta que ella regresara.

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Anna podía jurar que la idea que se había creado en la cabeza con respecto a su "despedida de soltera" iba a ser totalmente diferente a lo que Elsa había planeado. Pudo conocer mejor el reino, no se sentía como la reina sino como Anna Andersen y ya. Una simple pelirroja que daba un paseo con su amada. Elsa saludaba a todo aquel que se cruzara en su camino, recibiendo el saludo de regreso y preguntando por su familia. Todos en Arendelle se conocían y era la primera vez que Anna se sentía una más de ellos. Nada de sentirse superior o de tener que estar más alto.

– ¡Olaf! ¡Gale! – exclamó Miller deteniendo la bicicleta, ambos niños se acercaron corriendo para abrazar a la ojizarca – ¿Cómo están?

Anna se quedó allí, observando a Elsa hablando con ambos chicos y riéndose por algo que Olaf dijo. Sin pensarlo, sonrió. Esa era la clase de mujer que deseaba tener a su lado, una que pudiera conectar con los habitantes del reino y que lo conociera a la perfección. No quería a Elena, no deseaba que ella fuera la reina consorte y solo sepa de Arendelle y Arenfjord en base a lecturas de libros. Quería a Miller como la reina, ella conocía mejor el reino que la misma Anna y era lo que necesitaban.

No supo cuánto tiempo se quedó allí, observando a la estudiante con ambos chicos. Verla usar el lenguaje de señas era algo que llamaba su atención, estaba segura que Elena no se tomaría el tiempo para aprendérselo y pediría que alguien le tradujera lo que dijera esa persona. Elena no era más que una chica caprichosa y manipuladora que buscaba su beneficio propio.

– Anna, ¿Nos vamos?

– ¿Qué?

– Que nos vamos – repitió con voz divertida, acariciando su mejilla –. Vamos, tenemos que hacer el picnic. Honeymaren nos está esperando.

– ¿Ella estará con nosotras?

– No, no – apresuró a decir –. Ella y Ryder se encargaron de preparar todo, una pequeña ayuda porque mis dotes culinarios son pésimos.

– Ow... eso es bueno.

– No te agrada, ¿Verdad? – murmuró Miller.

– Se nota a leguas que ella te ama y... bueno... celos – confesó Anna, encogiéndose de hombros.

Elsa abrió los ojos al escucharla, soltando una carcajada mientras pedaleaba hacia el valle con Anna detrás de ella. La reina estaba celosa de una chica que no tenía chance alguna con ella, solo verla como su mejor amiga y ya. Más de una vez se lo dejo en claro a Honeymaren y más de una vez la vio llorar por ese rechazo. Pero parecía que la castaña no se rendía y siempre intento enamorar a Elsa, solo que nadie contó con que la pelirroja cayera en sus encantos.

– Elsa, por favor, deja de reírte – rogó la reina mordiendo su labio.

– Es que... ¡Anna estas celosa de mi mejor amiga! – Miller rio.– ¿Sabes cuantas veces la he rechazado?

– Uh... ¿Una vez?

– Muchas – corrigió.– Y ella no hará nada porque sabe que te amo a ti solamente.

Anna no pudo evitar chillar de felicidad al escucharla, sintiéndose feliz y especial al saber que el corazón de Elsa le pertenecía y latía por ella.

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El picnic estuvo de maravilla, ambas bromearon y disfrutaron la presencia de la otra. El resto del día también fue perfecto para Anna, conoció lugares de Arendelle que jamás había conocido en persona y había probado frutas tan exóticas que se preguntaba porque jamás las había consumido en el castillo.

Todo el día estuvieron fuera de los perímetros del reino, lejos de toda molestia y manteniendo el humor de Anna en lo más alto. Hasta que llegó la noche y la sorpresa de Elsa.

La albina había pagado una pequeña cabaña para esa noche. Anna se sorprendió por lo hermosa que era. La sala y cocina estaban conectadas, había un largo pasillo con varias habitaciones y dos baños. En la sala había una tela blanca junto a un proyector y varias películas.

– Es un sofá cama – explicó Elsa jalando una pequeña palanca.– ¿Lo ves? Pasaremos la noche comiendo dulces y viendo películas porque... uh... no quería que fuéramos a un club y alguien te bailara encima, ya sabes, show privado porque es tu despedida de soltera y-

Anna decidido interrumpirla, besándola en los labios de una forma lenta. Sus manos estaban en la cintura de la albina, haciéndola retroceder hasta que ambas cayeron en el sofá cama sin haber roto el beso.

– No te preocupes, esta idea es mucho mejor que la del club – susurró la reina sobre sus labios.– ¿Que películas veremos?

– La que tu decidas, es tu noche – habló Elsa.

Arenfjord ❧ ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora