» 𝐅𝐢𝐜𝐡𝐞𝐚𝐝-𝐜𝐨̀𝐢𝐠

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Estar molesta era como se encontraba Elsa al ver que su almuerzo con Anna fue desplazado por culpa de un tercero, pero la reina estaba furiosa con aquella mujer que creía tener el derecho de exigir su presencia porque estaban comprometidas. Sabía que Elena solo estaría allí molestándola, haciéndola perder el tiempo. Si era rápida, lograba distraerla y huir, podría tener su almuerzo con Elsa.  

Elena de Gondolin era una persona insoportable a ojos de toda la servidumbre en el castillo, menos sus queridos padres. La princesa creía tener el poder para exigir lo que quisiera a la hora que quisiera, se creía lo suficientemente importante para interrumpir los deberes de Anna y arruinarle el día con la simple mención de su nombre. Quizás si se hubieran conocido en otras circunstancias y sin Elsa de por medio, hubieran tenido una historia diferente...

Anna solo se rió de eso, nunca podría llevarse bien con alguien que tuviera una personalidad tan sofocante y que su hermano insistiera en que las mujeres no deberían reinar.

Cuando estuvo en la sala, buscó a la princesa por todo el lugar hasta encontrarla sentada en su trono. Elena se rió apenas la vio, agitando su mano y cruzando sus piernas cuando Anna se acercó a ella.

– Arrodíllate ante tu reina – bromeó la mujer con un deje de arrogancia en su voz, causando que una risa de completo sarcasmo escapara de los labios de la nueva reina –. Realmente quiero que lo hagas.

– Y yo quiero que salgas de ahí y me dejes en paz, pero no todo se puede – murmuro Andersen. Elena hizo un mohín con sus labios, levantándose y dejándose caer sobre Anna que la sujeto por inercia.

– Oops ~

Anna la soltó al segundo en que la princesa intentó robarle un beso. Ni siquiera se preocupó en ayudarla a levantarse, sabía que Elena era capaz de hacerlo por su cuenta.

– Al grano, ¿Qué quieres? – preguntó Andersen.

– La boda. Aún tenemos algunos asuntos que resolver – contestó la azabache pasando sus brazos por encima de los hombros de su prometida –, como la noche de bodas...

– Tendrás una habitación para ti sola, no te preocupes por eso – sonrió Anna, quitando sus manos y dando un paso hacia atrás –. Lo demás háblalo con mis padres, ellos están tan felices por esto como tú. Además los mantendrá ocupados dado que no tienen nada que hacer ahora.

Elena iba a contestar, pero las puertas se abrieron de golpe y la adolescente entró seguida de Gerda y Kai. Ambos trataron de detenerla, distraerla al cantar alguna canción que Elsa había cantado o hablándole con respecto a su vida. Pero nada parecía terminar de obtener la atención de Miller como el saber porque la pelirroja se estaba tardando tanto en ir a almorzar con ella.

– Ow... uh... L-lo siento, no sabía qu-

– ¿Esta quien es, Anna?

Elsa frunció el ceño al escuchar la pregunta de la otra chica. Mirando unos segundos a Anna que parecía querer sacarla a patadas del castillo y, claro, del reino. Aunque Miller fue quien decidió dar el primer paso y acercarse con una sonrisa, extendiendo su mano hacia la princesa que la vio de una forma despectiva.

– Elsa Miller, la mesera que te dejo en tu lugar hace tiempo – tarareó la albina, dejando caer su brazo al ver que la princesa no pensaba tocarla. Escuchó la suave risa de Anna, quien se había cubierto la boca para no recibir una mirada indignada de Elena.– Bueno... Solo quería saber si ibas a almorzar.

– ¿Fuiste tan torpe en tu otro empleo que ahora trabajas aquí? – Elena se rió, apoyando su mano en el hombro de Anna e incitándola a reírse de su comentario, pero solo recibió una mueca de disgusto en la reina.

Arenfjord ❧ ElsannaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora