✨Capítulo 2✨

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Me levanto súper temprano, me visto con ropa deportiva, guardo lo necesario en mi mochila y la cierro bien asegurándome que ningún ladrón trate de abrirla

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Me levanto súper temprano, me visto con ropa deportiva, guardo lo necesario en mi mochila y la cierro bien asegurándome que ningún ladrón trate de abrirla. Salgo de mi habitación con cuidado, bajo las escaleras tratando de no hacer ruido y finalmente, termino ese recorrido saliendo de casa.

Después de la discusión que tuve con mi padre por culpa de la rata de Camile, siento que los dos debemos tomar un respiro, calmar el enojo y dejar de sentirnos culpables (Si es que él lo siente porque yo no me arrepiento de haberla empujado). Lo único malo es que solo tengo 14 años y sé que no debería andar sola por la calle, una no sabe con qué clase de persona te podrías cruzar.

Tomo el primer bus y me acomodo en un asiento muy cerca de la ventana. Mientras que este avanza me formulo tantas preguntas que no sé si algún día podrán ser respondidas. No quiero decir que mi vida sea un infierno, no todo es malo... o bueno, al menos eso quiero creer porque si no terminaré volviéndome loca y no quiero que me encierren en un manicomio.

—Ya nada es...

— ¿Qué haces?

Doy un grito de susto y mis ojos no pueden creer que él está a mi lado llevando una mochila entre sus brazos. Los froto y no desaparece... ¿Estaré soñando? Peñisco su brazo, sus quejidos de dolor me hacen reaccionar, cambiando mi expresión por completo.

— ¿Tú que haces aquí? —pregunto algo molesta.

Es raro que no tenga a sus guardaespaldas rondando alrededor de él.

—Te estoy siguiendo.

— ¡¿Cómo?!

—Ayer te escuché rara a través del teléfono, por lo que decidí venir temprano a verte y observé que salías de tu casa con una mochila.

— ¿Y por eso decidiste seguirme?

—Me preocupé. —sus ojos detonan aquello, incluso parece como si no hubiera dormido— Si estás huyendo, déjame hacerte compañía.

— ¿Por qué piensas que estoy huyendo?

— ¿Sales con una mochila un domingo? —ruedo mis ojos— ¿Estoy equivocado?

No respondo. No sé qué decirle.

— ¿Paso algo en tu casa? —niego con la cabeza— ¿No confías en mí?

—No pasó nada, Nicolás, así que te pido que dejes de preocuparte y que bajes del bus porque necesito un tiempo a solas.

—Dije que me quedaría a tu lado.

—No tienes que hacerlo.

—Quiero hacerlo. —él toma mi mano y entrelaza sus dedos con los míos. Su tacto se siente tan bien encogiéndome el corazón— ¿Vas a dejar que te acompañe?

Asiento.

Durante el trayecto, los dos permanecemos en silencio y no sabe cuánto se lo agradezco. Nicolás es de esas personas que te dan tu espacio sin necesidad de indagar más. Me gusta demasiado, mis latidos locos me lo confirman y mis mejillas rojas me delatan. Él acuesta su cabeza sobre la mía, cierro los ojos y no me molestaría permanecer así por horas.

"En algún lugar del cielo" (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora