Puedo jurar que observo salir humo de la cabeza de Nicolás, está como animal salvaje rechinando los dientes en espera de lanzarse a su presa mientras que esa presa no oculta la sonrisa de satisfacción plasmada en su rostro. No sé a dónde quiere llegar el Señor Sergio, y ahora me pregunto por qué le llaman "Señor" cuando tiene la misma edad del amor de mi vida.
Aparto esas dudas porque no era momento para hacerlas, tenía que detener a Nicolás para que no cometa ninguna locura.
—Joven Quecedo... —cojo su brazo. No debería hacer eso siendo su empleada, pero era necesario para tranquilizarlo. Él posa sus ojos en mí— Déjeme cumplir esa orden, por favor.
—Ese no es tú...
—Lo sé. —sonrío un poco— Sin embargo, me siento capaz de hacerlo, ya que en estos días he memorizado las instalaciones a la perfección.
— ¿Ves? —se incluye Sergio que solo empeora la situación— Ella está apta.
Nicolás no deja de mirarme en forma seria, no quiere ceder, le cuesta dejarme a solas con otro hombre. Quiero creer que no es porque no me tenga confianza, sino que no confía en su propio socio. Pero ¿Por qué? ¿Hay algo que no sepa de este sujeto?
—No tengo todo el día. —ese hombre se levanta, acomodando su traje y en ese instante recibe una llamada— Ahora vuelvo, Señorita Ruiz. Espero que, para ese entonces, ya esté lista.
Él sale de la sala dejándonos solos.
—Dime que la oxitocina te quemó el cerebro. —me dice Nicolás al incorporarse de su asiento y se aleja de mí— Es la única forma de entender el por qué quieres acompañar a ese idiota.
—Te estoy ayudando, Nicolás. —increpo— Estás cerrando un negocio importante con él, y lo único que te está pidiendo es que sea yo quién le muestre cada rincón del hotel. —lo miro confundida— ¿Por qué te molesta tanto? ¿Hay algo que no sé de él como para que te comportes en un maldito tóxico?
—No confío en ese. —Lo sabía— Escuché que es un mujeriego de lo peor, que se volvió así debido a la muerte de su esposa.
— ¿Estaba casado? —asiente— ¿Ósea que es viudo?
— ¿Interesada?
Esto es el colmo.
—Tienes un serio problema con los celos. —digo con las ganas de voltearle la cara— Ayer me entregué a ti demostrándote que estoy loca de amor por ti, que tu sola presencia me derrite, y que ahora estoy dispuesta a enfrentar a todos por quedarnos juntos. ¿No te basta?
Su expresión cambia al relucir sus ojos azules cabizbajos, camina hacia a mí con temor porque sabe que la ha jodido al hacerme ese tipo de pregunta. ¿Interesada por alguien más? ¡Jamás! Mi corazón solo le pertenece a él, pero los celos no lo hacen pensar con claridad.
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"En algún lugar del cielo" (Libro I)
Ficção AdolescentePara Ángela, la vida siempre ha sido injusta con ella. No solo tiene que lidiar el que su padre haya vuelto a casarse y que además, le este dando una hermanastra sino que también, tiene que despedir al chico de quién está completamente enamorada... ...