✨Capítulo 25✨

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Los dotes de actriz me quedan tan malditamente bien que el semblante de Nicolás está desencajado por completo

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Los dotes de actriz me quedan tan malditamente bien que el semblante de Nicolás está desencajado por completo. Creo que no debí felicitarlo y mucho menos llamarlo de esa manera. Traté de ser irónica, pero lo único que logré es herirlo, jodiendo más nuestro ambiente. Aun así, no estoy dispuesta a cambiar algo de lo que dije, no me disculparé, por lo que intento pasar por su lado antes de que las puertas del ascensor vuelvan a cerrarse.

Él deja que lo haga, permitiéndome la vía libre y temo que me siga hasta mi habitación.

Cuando escucho sus pasos detrás de mí, ruego porque ambos mantengamos la compostura.

— ¿Por qué me haces esto? —no introduzco la tarjeta de mi habitación— ¿Por qué tratarme así?

—Yo no te hago nada, Nicolás.

—Ah, ¿no?

—No.

—Y el que seas una cobarde que ya no está dispuesta a luchar por nuestro amor, ¿Qué es?

—Si lo dices de esa manera... —giro mi rostro y me enfoco en sus ojos que lucen rojos, bastante decaídos— Solo estoy siendo realista. Hace unos minutos acaban de oficializar tu compromiso, mañana será la portada de miles de revistas, periódicos, canales, así que no vengas a decirme que te trato mal, que estoy siendo dura cuando el que está comprometido eres tú, no yo.

—Yo no he aceptado ese compromiso. —acuna mi rostro con sus manos— No voy a casarme con ella porque con la única que quiero estar siempre es contigo, ¡Maldita sea!

—No tienes opción.

—Solo me importas tú... —apoya su frente contra la mía y cierra sus ojos. Me está poniendo en un aprieto al desear comerle la boca— Al carajo la empresa hotelera, mi herencia, las obligaciones que me interponen a dejar lo que siento por ti, algo que no voy a ceder porque no estoy loco para perderte, Angie. ¿Acaso ya olvidaste lo que decía cuando teníamos catorce años?

<<A mí no me interesa si me vuelvo el Rey del mundo, solo te quiero a mi lado y punto>>.

—No, no lo he olvidado. —vuelve a abrir sus ojos, detallo una luz de esperanza en ellos que debo apagar— Pero no se trata de que solo pienses en mí, Nicolás, y es que ya no tenemos esa edad en donde todo parecía más sencillo. Ahora hay prioridades como velar por la salud de tu madre, no puedes permitir que el único recuerdo de tu padre se pierda, que ese hombre se quede lo que a ustedes les dejó con el sudor de su frente. —su expresión se torna cabizbaja— Sé que, si no te casas con Camile, dejará que la empresa caiga en bancarrota, pero algo me dice que tratará de comprarla. Quizás esa sea su última salida para presionarte en que te conviertas en su yerno.

—No lo acepto.

—Tienes que aceptarlo, así como... —presiono mis labios que tiemblan porque nuevamente me entran las ganas de llorar— yo ya acepté que lo de nosotros nunca podrá ser.

&quot;En algún lugar del cielo&quot; (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora