✨Capítulo 31✨

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ÁNGELA

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ÁNGELA

Las manos me sudan al saber que puedo ser descubierta, que el secreto que he ocultado por varios meses se puede ir al demonio y todo por no haber sido prudente. Existía la posibilidad de cruzarme en algún punto de esta ciudad con mi padre, le resté importancia y estas son las consecuencias.

—Te dije que tu hija es una maleducada. —susurra mi madrastra y no se inmuta en que la escuche— Mira que no saludarte...

—Silencio. —la calla mi padre, dejándome sorprendida. Me mira y esboza una sonrisa— Trabajar te debe tener agotada, ¿no?

— ¿Ah? —lo capto— Ah, sí.

No me quedó de otra que aprovecharme de su pregunta.

— ¿Gusta en acompañarnos, Señor Ruiz? —el extranjero me ayuda al cambiar de tema y solo ruego que no lo acepte— ¿O están celebrando algo especial?

—En realidad, no. —responde la bruja— Pero tenemos muchos motivos en qué celebrar, por ejemplo: El matrimonio de mi hija Camile con el futuro presidente del hotel "Q".

Cuando será el día en que deje de ser una maldita bruja con aires de superioridad.

—Felicidades a la feliz pareja. —dice Sergio— Entonces, no los interrumpimos...

—Ya que tengo a mi hija frente a mí... —se incluye mi padre, cortando las palabras de mi ex - jefe— quisiera que me dé su dirección ahora.

Cielo, sí que fue directo.

—Ay, querido... —su mujer ríe bajo— ¿Acaso no es obvio en dónde y con quién ha estado viviendo todo este tiempo?

La expresión de mi padre se torna confusa por unos segundos hasta que cae en cuenta lo que trata de decirle su esposa. Es increíble su veneno, y es que insinuar que he estado viviendo con el Señor Torres durante todos estos meses, es demasiado.

Me contengo.

Y no porque no quiera golpearla, sino porque no estoy dispuesta a arriesgar mi embarazo.

—No nos malinterprete, Señora de Ruiz. —habla mi ex - jefe— El hecho de que yo haya invitado a cenar a Ángela, no significa que vivamos juntos.

—Ah. ¿no?

—Por lo que sé, estuvo en Estados unidos, ¿no? —él asiente y mi padre le lanza una mirada de reproche a Laura— Incluso, mi esposa lo sabe, así que no sé porque ha querido decir eso.

—Perdón, querido... —su risa sueña nerviosa— Lo había olvidado.

—Su edad le está pasando factura.

Digo y bebo un poco de agua.

El disgusto de mis palabras se le nota en el rostro lo que le hace ver más vieja de lo que es.

"En algún lugar del cielo" (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora