✨Capítulo 29✨

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NICOLÁS

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NICOLÁS

— ¿Arrodillarme y decidir una fecha para casarme con Camile?

Tengo que repetirle esa pregunta porque sigo sin creerlo.

He sido arrastrado hasta aquí como presa fácil, sin esperar encontrarme al viejo señor que anunció un compromiso en mi nombre sin mi permiso. Creen que porque soy joven no tengo derecho a reclamar, se creen superiores por tener la mentalidad primitiva, esa que dicen que los mayores ya tienen más experiencias y que, por ende, debes agachar la cabeza y dejar manipularte.

No pienso ceder en una tontería como esa.

—Me marcho.

—Nicolás... —a las justas me doy la vuelta— Tienes que...

—No, no tengo que hacerlo porque no voy a casarme, y mucho menos con ella. —vuelvo a darle la cara— Así que dile a tu gran socio, ese que te importa más que tu propio hijo, que decline en cumplirle los caprichos a su hija y me deje en paz.

Trato de salir de ese pasadizo, pero los guardaespaldas de Rodrigo me bloquean el paso. Ahora comprendo que su única tarea no solo era cuidar a su jefe, sino también evitar que escapara de aquí.

Carajo.

— ¡No puedes obligarme! —grito con desespero— ¡Tengo derechos!

—Si les digo que te carguen, lo harán.

—Si, claro. Como un bebé ¿no?

—Deja de hacer tanto drama y entra de una vez a la sala.

Por más que piense en un plan de cómo salir de esto, no encuentro ninguno. Estoy nuevamente en un aprieto que espero salir victorioso, quizás no ahora mismo, pero no puedo perder las esperanzas.

No digo nada y solo los sigo.

Al momento de entrar, me fijo en la feliz reunión de padre e hija. Mientras ellos conversan animadamente, la madrastra de Ángela se encuentra bien sentada, disfrutando de unos bocaditos y bebiendo vino.

Los tres notan nuestra presencia gracias al leve carraspeo del Señor Ruiz.

—Querido...

La señora Laura saluda a su esposo con un beso en la mejilla y se lo lleva para sentarlo a su lado. Él y el magnate se dan un apretón de manos con seriedad y es el segundo quién camina hacia a mí con su toque de prepotencia y autoridad.

Quiere darme miedo y lo único que me hace sentir es odio.

—Qué alegría volver a verte, Nicolás. —extiende su mano y la tomo sin dudar— Mi pronto yerno.

—No puedo decir lo mismo.

Él sonríe de lado.

—Es muy testarudo tu hijo, Yolanda. —mira a mi madre— Me pregunto qué clase de educación le habrás dado para que sea tan rebelde.

"En algún lugar del cielo" (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora