✨Capítulo 27✨

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ÁNGELA

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ÁNGELA

—Adelante.

Entro con el semblante más relajado de mi puta vida, llevando el sobre de los documentos de mi renuncia en las manos y lo veo de espaldas dándome una vista impresionante de su...

Me cacheteo mentalmente.

Mis pies se detienen a una distancia prudente y él voltea para darme la cara. No me sorprende que sus ojos luzcan cabizbajos, melancólicos, es el tipo de expresión que da cuando quiere victimizarme y me odio por haberle creído tantas veces.

Dejo el sobre sobre su escritorio.

—Solo necesito que lo firme para poder irme.

—Debemos hablar.

—No tengo mucho tiempo. —chequeo mi celular— Tengo que tomar un vuelo.

— ¿Qué? ¿De qué vuelo hablas?

— ¿No se lo dijo su prometida?

—Respóndeme.

—No es algo que le compete. —cojo el sobre y lo abro para sacar las hojas— Fírmelo de una vez.

—He estado siendo paciente, Ángela... —lo miro y sus ojos se tornan rojos— Decidí darte tiempo para que te tranquilizaras y podamos hablar como un par de adultos, pero sigues actuando igual y...

— ¿No va a firmar?

—No hasta que me escuches...

—En ese caso, me presentaré con su madre. —vuelvo a guardar las hojas en el sobre— Si se niega, tengo todo el derecho de hacerlo.

—Está especificado que debo ser yo...

—A menos que se rehúse en hacerlo. —sonrío un poco— Con su permiso, joven Quecedo.

Me doy la vuelta, preparada para salir de allí, pero como no es de los que pierde, me toma de la muñeca y me jala hacia el sofá en dónde no le importa darme un leve empujón para aprisionarme. Lucho para que se aparte y su tacto solo me recuerda que la tocó... ¡La tocó! Estuvieron juntos en esa habitación durante toda la noche, follando mientras que yo me deshidrataba de dolor por haberlo perdido.

Bien dicen que un hombre despechado no se inmuta en ponerte el cuerno.

— ¡Escúchame! —logro empujarlo y me incorporo— ¡No es lo que crees!

— ¡No seas cínico que te vi con mis propios ojos!

—No pasó nada, ¡Te lo juro!

— ¡¿Me crees tan estúpida?! —exclamo hecha una furia— Niégame que no dormiste con ella, que no despertaste junto a ella... —se queda callado— ¡Niégamelo!

Su silencio lo dice todo y yo siento que muero una vez más.

—No sabes cuánto te odio...

—No digas eso... —sus ojos se llenan de lágrimas e intenta tocarme, por lo que lo empujo más fuerte y me encamino hacia la puerta— ¡Déjame explicarte, por favor!

"En algún lugar del cielo" (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora