✨Capítulo 5✨

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Al día siguiente recibo una llamada por parte de la Señora Valverde

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Al día siguiente recibo una llamada por parte de la Señora Valverde. No sé si sorprenderme, pero lo que si me deja atónita es la actitud que ha tomado su hijo al saber que no viajaría con él. Se ha encerrado en su habitación, no quiere comer y menos desea tomar la beca. Han tenido que quitarle el teléfono por si llama a esa escuela y la rechaza. Ella me ruega que vaya a su casa y lo convenza, no quería verlo tan pronto, pero sé lo mucho que se ha esforzado en obtener un puesto en ese lugar.

— ¿Me llevas, papá?

—Si.

—También debería ir. —se incluye Camile— Debe sentirse mal porque yo tampoco podré viajar con él.

Sería bueno que le dijera el tremendo escándalo que hizo cuando su madre se lo dijo. Por poco se vuelve a aventar por las escaleras.

—No lo creo.

—Voy a ir.

—No.

—No empeores más las cosas porque suficiente fue con lo que me hiciste.

—No me eches la culpa de lo que tu solita provocaste.

— ¡Tú me empujaste!

— ¡Te aventaste sola!

— ¡Ya basta las dos! —mi padre se interpone entre nosotras, mira a Camile— En otro momento podrás verlo. Vámonos, Angie.

No puede fingir su molestia, lo único extraño es que mi madrastra no protesta, luce de lo más tranquila y no quiero ni pensar qué es lo que está planeando.

Ojalá solo sea un mal presentimiento.


(...)


Llego a la mansión Quecedo y es la misma señora Yolanda quién me recibe con los brazos abiertos. Ella me da un beso en la mejilla, luego saluda a mi padre y le pide que la espere en la sala. A continuación, se encamina conmigo hacia la habitación de Nicolás, a pesar de que yo conozco perfectamente el camino.

—No es necesario que toque su puerta. —la detengo antes de que lo haga— Déjeme a solas con él.

—Grita si te encierra. —río un poco— Lo digo en serio.

Asiento.

Ella me deja sola. Tomo una gran bocanada de aire antes de meterme en la cueva del lobo. No sé si lograré convencerlo, no tengo muchas ganas de interceder y apoyar a su madre, pero como lo mencioné Nicolás merece tener el puesto de presidencia cuando crezca, es su sueño, aunque él diga lo contrario.

—Nico... —ni siquiera termino de pronunciar su nombre cuando él ya ha abierto la puerta. Tienes los ojos rojos, unas bolsas debajo de estos y a pesar de ello, luce tan atractivo como siempre. Trago grueso— Ho...

"En algún lugar del cielo" (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora