ÁNGELA
Estoy a punto de tener un colapso fatal porque llevo una hora buscando la bolsita en donde guardé la cajita de mi pulsera rota. Estoy segura de que lo guardé en uno de los cajones de mi tocador, pero como por arte de magia negra ha desaparecido. ¡Dios! ¿Cómo es posible que esté pasando esto? ¡Es imposible que se haya evaporado mi objeto más valioso!
Quiero llorar, gritar, hacer rabieta porque ya ni sé en dónde buscar. Si pudiera continuaría chequeando cada rincón de mi habitación, el problema es que voy a llegar tarde al trabajo y no puedo darme el gusto de hacerlo (A pesar de que el dueño es mi novio).
¡Ay, no! Pienso en él y me duele más no tener lo que me regaló, ¿Qué voy a decirle?
— ¡Ángela! ——mi padre toca la puerta— te llaman por teléfono.
— ¿Quién?
—El joven Armando Quecedo.
¿Qué Nando ha llamado al teléfono de mi casa? Es raro porque él sabe perfectamente el número de mi celular...
¡Mi celular!
Nuevamente, busco por todos lados, pero esta vez queriendo encontrar ese aparato que no he visto desde que desperté. Ahora entiendo porque la alarma nunca sonó y yo creyendo que lo había silenciado media dormida. ¡Carajo! ¿Qué demonios ha pasado aquí?
— ¡Ángela, ve a contestarle!
¡Por una mierda! No me queda de otra que dejar mi habitación de patas arriba, salir de esta, por poco empujar a mi padre para correr hacia el primer piso. Respiro hondo antes de responderle, sigo enojada con él, por lo que me gustaría mandarlo bien lejos.
— ¿Diga?
—Angie, ¿Por qué tienes apagado tu celular?
—Olvidé cargarlo ayer. —miento y chequeo la hora. Llevo cinco minutos de retraso— Lamento aun no salir de casa, pero ahora mismo estoy yendo...
—No será necesario. —me interrumpe— Te llamaba para darte el día libre.
— ¿Ah? —estoy confundida— ¿Y eso?
—Tendremos una reunión que nos tomará todo el día, así que no se requiere de tu presencia.
—Pero mis responsabilidades son otras. —respondo con tono molesto— Te recuerdo que ayer fingí ser la secretaria de Nicolás, sus reuniones no me competen, por lo que es innecesario que me llamen para darme el día libre.
Él suspira.
— ¿Sigues enojada por lo que te pedí ese día?
—Si. —no puedo contener la ira— Mejor dime cuáles son realmente los motivos que te han conllevado a bloquearme la entrada al hotel.
—Nicolás estará aquí todo el día y mi tía no quiere "Distracciones". —lo sospeché— Suficiente que hayan estado dos días juntos.
— ¿Entonces debo agradecérselo? —resoplo— Cómo si hacer eso va a lograr que no lo vea.
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"En algún lugar del cielo" (Libro I)
Teen FictionPara Ángela, la vida siempre ha sido injusta con ella. No solo tiene que lidiar el que su padre haya vuelto a casarse y que además, le este dando una hermanastra sino que también, tiene que despedir al chico de quién está completamente enamorada... ...