✨Capítulo 28✨

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NICOLÁS

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NICOLÁS

En algún momento de mi vida escuché que amar a alguien es lo más maravilloso del mundo, que te sientes como si tocarás el mismísimo cielo, pero que también duele de una manera en la que pareciera que te vas a morir, cayendo en un abismo que fácilmente nunca podrás salir.

Y pensar que creí era una tontería.

Y ahora mismo estaba sintiendo aquello.

Yo no quería amarte, tú me enseñaste a odiarte. Todos los besos que me imaginé vuelven al lugar donde los vi crecer...

Escuchar "Saturno" de Pablo Alborán no me está ayudando en nada, lo que sí apacigua mi dolor es la botella de ron que va circulando por todo mi sistema. Solo han pasado cinco días desde que se fue con ese hombre y ya siento como si hubieran pasado años desde la última vez que vi su hermoso rostro.

Por un instante me la imagino con él, haciendo todo lo que hacía conmigo. Los veo abrazados, dándose besos y caricias que me hacen hervir la sangre y, por ende, hago trizas el vaso. Me reparo la mano con los fragmentos que van cayendo junto a ese líquido color carmesí en el suelo. Dejo el dolor a segundo plano y me incorporo en busca de otro vaso para seguir bebiendo.

Los celos me están pasando factura, y voy a continuar de ese modo hasta que la tenga en frente. Necesito sus explicaciones, saber exactamente por qué demonios se fue en búsqueda del idiota de Sergio Torres.

A pesar de todo, de escuchar pestes sobre ella por parte de Camile y su madre, mis sentimientos permanecen intactos. El amor que siento por Ángela es demasiado grande, la amo desde que tengo uso de razón, por lo que es imposible que se apague.

El timbre de mi departamento suena lo que me hace dejar mi trago puro y ya me arrepentí de abrir la puerta sin preguntar.

— ¿Qué haces aquí? —pregunto con molestia. La veo y la ira me consume— No entiendes que tu presencia me jode el día.

—Te ves muy mal, Nicolás. —ella entra sin ser invitada— Tu madre y yo estamos muy preocupadas por ti.

No puedo evitar reír.

— ¿De quién será la culpa? —vuelvo a coger mi vaso— Eres tan hipócrita.

—Es injusto que me culpes de las bajezas de mi hermanastra.

— ¿Qué?

—Que no vale la pena que sufras por ella después de lo que te hizo.

La conchudez en su máximo resplandor.

No se de dónde demonios saco tanto autocontrol. Sí, entiendo que a una mujer no se le trata mal, mucho menos se le toca, pero la actitud de Camile amerita aquello. Su maldita obsesión solo me ha traído estragos en mi vida, se ha encaprichado conmigo y gracias a ello, perdí a la única mujer que amo.

"En algún lugar del cielo" (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora