Capitulo 8

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León por primera vez ve quien es esa mujer la cual estaba a punto de volarle los sesos en ese preciso momento. Su mirada atrevida explora las curvas que cubría el traje color mostaza, sus piernas largas hicieron que imágenes candentes ocuparan parte de su mente. Su cabello rubio con mechones que bailaban junto al viento, esta mujer era perfecta. Su belleza era tal que León perdió el habla, no por el arma que le apuntaba si no por esos ojos esmeralda que estaban fijos en su pecho.

-Yo solo vine en forma de paz, le traje este café en compensación por el café que le derrame accidentalmente y estas flores por lo que le hice ayer.- León busca con la mirada el brazo con manchas púrpuras que adornaban la piel perfectamente blanca.-¿Te duele mucho?-

-No- Altagracia no baja la guardia. Su brazo comenzaba a pesarle pero no permitiría que nadie la volviera a lastimar.

-me llamo León contreras mucho gusto- se presenta con una pequeña sonrisa adornando su apuesto rostro.

-Altagracia, que pena que el gusto no sea mutuo- Altagracia sigue apuntando a León su Arma. -deja tus ridículos regalos en el suelo y aléjate lentamente. No me hagas disparate porque te juro que lo hare.-

León deja las rosas junto con el café en el suelo lentamente se incorpora con sus manos arriba. Se aleja unos pasos para darle a Altagracia un poco de tranquilidad. Rápidamente ve como Altagracia poco a poco baja su guardia e con un movimiento rápido y calculado toma su delicado brazo que sujetaba el arma lo jira de una manera todo el cuerpo de Altagracia queda atrapado en contra su pecho. Las manos de León reposaban en la espalda baja de Altagracia. Su cuerpos estaban tan cerca que cada moviendo de protesta que ella le brindaba solo hacía que su sangre comenzara a arder con un calor desconocido.

-suéltame- dice Altagracia conectado sus miradas, siente las manos de León en la espalda baja e esta are ardía con fuerza sentía como un cascada de lava se hacía presente en su cuerpo. Los ojos azulados que hace unas horas solo mostraban odio, ahora muestran un fuego que ella nunca antes había visto.

Sus manos acercaban el cuerpo hacia el suyo, esta mujer olía a rosas y él quería intoxicarse en ese veneno tan ardiente que el tenerla cerca le brindaba. -Solo quería pedirte perdón por mi comportamiento de ayer Altagracia- decía mientras su mirada exploraba su hermoso rostro angelical tenso con rabia e furia.

-me humillaste enfrente de mi sobrina y de uno de mis estudiantes no era necesario que me lastimaras de esta manera.- su mirada se humedece dejando sus paredes desacerase por un momento enfrente de él.

-Perdóname por favor, no fue mi intensión. Es que vi esa cadena que le pertenecía a mi difunta esposa y me enloquecí pensé que labias robado- Dice León poco a poco dejando sus manos liberar el cuerpo que le comenzaba a quemar la piel.

-y querías jugar a el policía conmigo León- dice Altagracia alejando su cuerpo que pedía a gritos aire fresco que en sus brazos no llegaba a sentir.

León sonríe hundiendo su mano en uno de sus bolsillos encontrando sus esposas y se las muestra a Altagracia -No juego hacer policía, lo soy-

-¿Y que me vas a hacer? ¿Arrestarme? – Altagracia se ríe con sarcasmo –No eres tan correcto como quieres aparentar ningún hombre lo es y mucho menos si es policía. Seguramente cuando quieres saltarle las normas lo haces sin ningún remordimiento- dice con una mirada desafiante

-usted no me conoce señora- resopla león ofendido.

Altagracia sonríe diciendo –no tengo por qué conocerte, ni tampoco quiero-

León sonríe mientras vuelve a acorralar a Altagracia contra su pecho –no sé por qué no te creo- mientras su nariz comienza un juego peligroso con la de ella.

Altagracia sonríe irónicamente mientras que acerca sus labios rosas carnosos a los de león, sus labios podían sentir la respiración agitada de su cuerpo. Que de un momento a otro desaparece, ella se separa del cuerpo masculino nuevamente sonriente. –Voy a llegar tarde a mi trabajo- sus largas piernas toman la dirección de la escuela cuando león la detiene suavemente.

-No vuelvas a tocarme imbécil- Altagracia dice retomando su postura de mujer autoritaria.

-solo quería asegurarme que te llevaras tú ya frio café y las flores- León las toma del suelo para entregárselas.

-si tomo las flores y el café ¿me prometes que me dejaras en paz?- Altagracia toma las flores dejándolo con el café ya frio.

-nunca podre dejarte en paz- Dice león mirando los labios carnosos.

-¿y eso por qué?- Altagracia dice dejando que una sonrisa traviesa bailare en sus labios.

León se acerca a ella, toma el ramo de rosas de sus brazos dejando todo en el suelo nuevamente. Al levantarse lentamente su mirada recorría cada centímetro que el traje dejaba al descubierto. Su manos fuertes toman las delicadas, inmediatamente Altagracia siente como un rayo de electricidad encendía cada nervio en su cuerpo. Sus miradas se perdieron en un mundo donde solo existían ellos, en su interior las paredes que ella había construido se iban destruyendo con esa mirada azulado.

-Solo quiero asegurarme que me perdonaras- león dice sin alejar esa mirada color mar que pedía a gritos inundar esos ojos esmeralda en sus aguas.

-¿y si no?- dice Altagracia con una sonrisa atrevida

-Volveré todos los días aquí, por ti- la intensidad de su mirada la hacía sentir desnuda, vulnerable y eso la asustaba. Sus manos bailan por las manchas purpuras de su brazo, masajeaba cada mancha con delicadeza. Altagracia sentía como sus adentros se convertían en una chispa de fuego a punto de explotar. Cómo es que un hombre que apenas acaba de conocer, que la humillo y que la hace querer ahogarse en ese mar del pecado.

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Una segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora