Capitulo 31

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La mañana tan perfecta había sido opacada por el enojo, él no podía permitir que la encarcelaran. Las nubes de la preocupación comienza a espádice a su alrededor. Sus manos tiemblan al conducir, sus ojos no pueden evitar dejar lágrimas caer que nublan su vista. El camino estaba solitario no sabía hacia donde se dirigía solo sabía que estaba en el camino hacia la verdad. Una verdad a la que le había está huyendo desde que conoció la verdad de su mujer. Esa verdad que por unos instantes el desconfió de ella, ese momento donde en los ojos verdosos el podía ver la verdad esa verdad que los labios que el besaba no podían pronunciar.

Los caminos a Veracruz eran hermosos, pero sus pupilas no registraban las bellezas solo dejan en sus mejillas rastros de lágrimas. Su mente solo podía pensar en la fotografía de aquella mujer rubia con una sonrisa que él nunca había presenciado. Una sonrisa liberada de dolor, unos ojos llenos de felicidad que parecían que podía saltar del papel. León solo tenía su atención en los mapas con marcas de lugares donde muchos de los incidentes habían sucedido en este caso. León no tenía rumbo fijo en ese momento, solo deseaba alejarse de la situación que se le continuaba saliendo de control. Al conducir por la cuidad el trafico aumenta automóviles de todos los colores se hacían presente en su visión. Un lugar en específico al pasar le llama la atención e decide dar una vuelta e adentrarse en él. Un lugar donde todo parecía oscuro. Los árboles que crecían alrededor del lugar haciendo que toda luz del día fuera opacada por sombras frescas.

El camino estrecho e verde del cementerio le parecía algo macabro. Todo estaba cubierto con una sombra espantosa que lo hacía sentir en una escena de terror. Tumbas de todos los tamaños se hacen presentes algunas que con el tiempo e la falta de mantenimiento crearon una peculiar sustancia verde. Flores secas que ya no poseían ninguna señal de vida en ellas, nombres incrustado en piedra que no conocía. Pies que parecían tener mente propia e un camino fijo continúan encaminándose en ese laberinto que solo lo llevara a más tumbas e más nombres. En poco tiempo encuentra las dos tumbas que el sentía que al encontrarlas el misterio se resolvería de tal manera que todo el caso por fin seria cerrado.

Sus ojos ven como esas tumbas estaban perfectamente cuidas velas encendidas, flores vivas e tumbas completamente perfectas. Ningún tipo de sustancia verde las cubría. Dos fotos estaban junto a los nombres incrustado, Mónica e Saúl. Dos personas inocentes pero arrebatadas de este mundo por la maldad humana. León se arrodilla entre medio de la dos tumbas e deja que sus pupilas se humedezcan e dejen salir todas las lágrimas reprimidas. Sus manos acariciaban el rostro tan angelical de Mónica e llora con más fuerza al saber todo el dolor que esa mujer que tanto amaba había sufrido al verla morir. Deja que su cuerpo se aferre a la tumba de una niña que nunca conoció pero que sabía quién era. Que entendía que no la pudo salvar y eso le partía el alma. El solo podía sentir como su vida se le escaparía de sus manos, como todo esto afectara a su hijo e a él.

-¿Quién eres?- dice una voz desconocida, León ve a una mujer con pocas arrugas en su rostro, cabello color negro como la noche e ojos que le recordaban a los de Regina. Labios rojos pero sin sonrisa en ellos. En su cuello colgaba una cadena e una camisa negra con unos pantalones color azul claro. Unas botas color café que combinaban con su bolso del mismo color.

-discúlpeme, soy amigo de Saúl. Hoy no he podido contenerme e he venido a buscar respuestas oh una señal tal vez. Si le soy sincero no sé qué estoy buscando- dice León levantando su cuerpo tenso e limpia sus lágrimas con su mano.

-tú no eres amigo de Saúl- la mujer lo mira a los ojos de una manera que siente estar desnudo ante ella. -Tú viniste a encontrar respuestas e estoy segura que yo te las puedo dar-

-Soy el agente contreras, estoy aquí investigando la muerte de mi amigo Saúl e su hija- León le muestra la placa a la mujer que sonríe.

-eres patético- ella sigue admirando sus ojos azules como el cielo -Altagracia lo sabe todo, deberías ir con ella. Si no te vas ahora será muy tarde- la mujer posa su mano en la mejilla de León -dile que su tía siempre la está cuidando.-

Una segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora