Capitulo 23

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El orgasmo es algo que no toda mujer llega a obtener, es una bomba de sensaciones que invade tu cuerpo de la forma más placentera. Tus nervios te hacen sentir en las nubes, tus ojos permiten que viajes fuera de órbita y tus manos obtienen la fuerza de una fiera. Altagracia podía sentir su hambrienta boca en lo más profundo de su ser, su lengua se escondía dentro de esas paredes que latían por la anticipación de un nuevo orgasmo. Sus piernas enredadas en su espalda sus manos sujetaban las de ella impidiendo que esta escapara.

El deseaba esa esencia, su olor y su sabor lo estaban volviendo loco de deseo. Sus pantalones comenzaban a dolerle pero aun así decidió dejar su placer a un lado para llevarla a ella al mismo cielo. El acaricia sus piernas dejando besos suaves por su pelvis, sus manos continuaban su trayecto hasta que sus ojos se posaron en una cicatriz circular en su abdomen. Sus dedos acarician ese pequeño hoyuelo que solo le traía malos recuerdos. Recuerdos que el desconocía e deseaba ser parte de ellos. Sus labios se posaron en ella e continuaron un trayecto lento, suave e seductor hasta los labios de ella.

Los dos se dejaron caer en el abismo de la pasión, sus dos cuerpos bailaban al son del fuego. Sus cuerpos desnudos, manos que tocaban cada pequeño rincón y gemidos fuertes. Sus lenguas gozan una batalla donde León no deja que esa mujer salga victoriosa, esta noche ella sabría lo que él siente por ella.

Su miembro buscaba la entrada en donde el podría reposar e sentir el cuerpo de la mujer deseada. León deja que en un movimiento de caderas haga que su miembro encuentre esa entrada acogedora que tanto esperaba. Siente como las uñas de Altagracia lo rasgaran mientras que sus caderas se adentran cada vez más en su cuerpo. La vida en ese momento se detuvo sus labios se unieron en un tierno beso cuando el clímax los invadió de una manera que no esperaban. En sus adentros podía sentir como León había dejado su marca e esencia. Sus manos se posan en el rostro de la rubia mujer acariciándola aun sudorosa e agotada deja un tierno beso en su frente.

-eres mía. Tus labios no lo tienen que decir, lo siento, te siento a ti, te he marcado y esto es para toda la vida.- León besa eso labios dejando que sus dientes halen un poco el labio inferior generado un débil gemido.

-¿para toda la vida?- Altagracia deja que una lágrima se le escape de los ojos, este hombre la había marcado como nadie, la había echo suya de una manera indescriptible. Todavía su miembro estaba en sus adentros, jamás ella se había sentido tan completa como lo estaba en ese momento.

León ve como todos los presentes de la fiesta todavía estaban intactos, él se desprende del cuerpo de la mujer su miembro nuevamente excitándose buscando ese acogedor lugar donde el encuentra paz e placer. Busca entre tanto regalo una pequeña caja color rojo con un listón negro. Se devuelve a la cama donde deja que su mirada observe a Altagracia. El cabello rubio estaba por todos lados sus manos habían echo un buen trabajo en enredarlo, sus mejillas rosas e sus labios hinchados por algunos mordiscos que él le ofreció, deja que su mirada se pose en un cuello llenos de marcas purpuras. Sus dedos trazan una de sus marcas -aparecer estoy destinado a dejarte de esta manera, primero en el brazo ahora en el cuello e piernas- dice al ver como ella se muerde los labios al recordar cómo cada marca le brindaba ese placer que solo el podía brindarle. -deja de morderte el labio, a menos que quieras que te haga mía nuevamente- dice León acercándose a su boca toma en sus dientes el labio inferior, lo succiona de una manera seductora asiendo que Altagracia deje escapar un gemido esta vez mas fuerte e con mas energía.

-cada vez que me tocas me siego Agente contreras- dice Altagracia regalándole una sonrisa tierna

León abre la caja dejando al descubierto unos brazaletes los 3 negros e con un corazón incrustado. León toma el corazón que tiene una L en el medio e se lo abrocha en la mano derecha. Acto seguido por el abrochándose el brazalete en su mano derecha. Altagracia nota que en el corazón llevaba incrustado una A. -esto es para que sepas que llevas en tus manos mi corazón- León la besa con intensidad con desespero e con deseo.

Una segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora