Capitulo 14

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León conduce a la casa de Altagracia con Ángel en la parte trasera del auto. Su hijo miraba con asombro las casas lujosas que abundaban por esa calle, eran grandes con decoración salidas de una película. Ángel sonríe al sentir el auto detenerse enfrente de una casa completamente blanca. Unas escaleras que daban camino a la entrada estaban adornadas con unos leones a los lados que hacían como guardianes.

-puedo ir a tocas la puerta papa- dice Ángel tratando de deshacer el cinturón de seguridad.

-si pero yo iré contigo.- León entretanto deja su cinturón a un lado e se dirige a donde su hijo para ayudarlo. Cuando este siente la libertad sale como cañón a hacia la puerta. León ve como sus pequeños dedos tocan el timbre que resonó por toda la vivienda.

Ángel no podía contener su emoción su sonrisa de lado e los movimientos de su cuerpo hacían que León riera al verlo. La puerta se abrió dejando al descubierto un hombre de cabellera blancuzca, unos ojos café que solo mostraban dureza e un cuerpo musculoso de esos de guarda espaldas.

-Buenos días ¿en qué puedo servirles?- dijo este desconocido hombre.

-hola mi nombre es Ángel y él es mi papa venimos en busca de Alta- dice Ángel mirando por los lados del cuerpo del hombre tratando que su mirada encontrara a su maestra.

-Pasen entonces, ella se está preparando, en unos minutos estará con ustedes. Mucho gusto soy Daniel- El extiende la mano para que león la tomara en un gesto de amabilidad.

-El gusto es mi soy león. León contreras.-sujeta la mano de Daniel mientras que los dos hombres comienza una pelea de miradas altivas e rudas.

-Señor Daniel ¿puedo buscar a Altagracia por favor? Estoy muy emocionado de verla- dice Ángel posando la mirada en los dos hombre que aún se les veían incomodos e autoritarios.

-sí, el cuarto de Alta esta al final del pasillo izquierdo.- dice Daniel rompiendo la mirada guiando a Ángel a las escaleras asegurándose que el niño no se resbalara en ellas.

León toma asiento en la sala para esperar a la mujer rubia de ojos esmeralda, ¿permitirá ella que él le robe un beso? La presencia de Daniel se hace incómoda, el mira a León esperando que este le dé una explicación de quien es e porque está buscando a Altagracia. Daniel deja de preguntarse e con un rudo tono dice -¿quién eres y por qué buscas a mi cuñada?-

-Soy un amigo de Altagracia- dice león con un tono burlón.

-¿solo amigos?- pregunta Daniel dudando de la palabra de León mirándolo con cierta desconfianza algo en él no le daba buena espina.

-Deduzco que eso no es de la incumbencia de usted ni de nada solo de Altagracia e mío.- León deja que en su rostro se refleje su irritación para esta hombre.

-Tenga mucho cuidado León, yo he cuidado desde chicas a las dos hermana, mas a Altagracia que a su hermana. Si te atreves a hacerle daño te juro que lo lamentaras cada día de tu miserable vida.- Daniel dice con un tono rudo e autoritario.

Daniel no deja que las palabras que se comenzaban a formar en los labios de León tomaran la libertad deseada. La presencia de ese hombre le comenzaba a repulsar, dejando que su cuerpo lo guiara a su despacho pensando en cómo deshacerse de ese hombre que olía a amenaza para su familia. Daniel permite que su cuerpo se desvanezca en el cómodo asiento, rápidamente busca su computador más información de ese hombre que podía poner en riesgo a Altagracia.

León no podía dejar que el enojo le arruinara el día, ese día era especial para su hijo y más para su maestra. El miraba el reloj ubicado en su mano izquierda cada segundo, la ansiedad por ver esos ojos verdosos lo carcomía por dentro. De pronto la espera se volvió eternidad y más cuando las risas de unas mujeres se podían escuchar hasta la sala. León no pudo evitar aventurarse hacia la habitación donde lo esperaba su hijo e la mujer que le robaba cada pensamiento. Las risas se hacían más cercanas, podía escuchar la voz de su hijo junto con una voz juvenil y a dos voces más maduras.

Una segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora