Ojos azules llenos de pensamientos sobre una mujer de cabello rubio con una mirada triste, deja que su imaginación se aventure a todos los momentos en donde el la sentía cerca. Incluso en esa cafetería pequeña, con un café en sus manos la siente cerca. El podía sentir esa descarga eléctrica que se apoderaba de su cuerpo cada vez que su cuerpo estaba cerca. Podía sentir la lujuria de su cuerpo, el deseo de sus ojos y la belleza de sus secretos. Poniéndose de pie dejando una propina para la mesera se aleja en busca de esa mujer que lo hacía sentir tanto e nada al mismo tiempo.Sus pies siempre lo han llevado a lugares desconocidos e conocidos, prefería caminar e sentir el aire fresco en su rostro. El sol que hacía que su piel blanca se tornaba un color rojizo e que su frente adornadora de sudor. Sus manos se adentran en sus bolsillos pensando en cómo hablaría con ella. Él no era el que debía pedir perdón, si no ella pero él sabía que ella nunca diría esas palabras.
Al llegar a la morada de Altagracia, el observa la inmensidad de ese apartamento que parecía más una mansión. La arquitectura que este poseía era exquisita, todo en este edificio gritaba dinero y poder. Su mente no podía para de hablarle, mientras que su corazón estaba a punto de salirse de su pecho. Una mano sudorosa en forma de puño toca la puerta en espera de ese encuentro que definirá su relación.
León espera mirando directamente a la puerta cuando por fin puede ver un poco del interior de la casa adornado con un hombre alto que lo miraba seriamente. -Buenas Tardes vine en busca de mi hijo Ángel- dice León acercándose en espera que lo dejaran pasar de inmediato.
-Te presentare con la doña deme unos minutos- matamoros dice aun mirando a ese hombre con seriedad.
-no hay necesidad de presentarme, ella me espera- León se adentra rápidamente notando como matamoros hace lo posible para detenerlo.
León busca en cada habitación a esa mujer que el anhelaba volver a tener en sus brazos, sus ojos se posan en una habitación rosa que hace un día él había visitado. Matamoros lo toma de los hombros cuando una diosa rubia se hace presente, nuevamente León se le detiene la respiración y su corazón se salta un latido. Su mirada explora cada parte de su cuerpo, esas piernas suaves que hace unas horas se enredaban con su cuerpo, esas manos que arrullaban su piel cada vez que él se adueñaba de sus adentros. El majestuoso cuerpo estaba cubierto por una diminuta bata negra adornada con flores blancas e color crema hueso, su escote marcado por una lencería color rosa oscuro hacia que su boca producirá más saliva. León apenas podía sentir los brazos de matamoros lentamente alejándolo del cuarto, cuando una voz melódica abrazaba los tímpanos de sus oídos.
-Te puedes ir Matamoros- Altagracia deja que su mirada le deje saber a su tío que estaría bien, al ver como su tío cierra la puerta ella permite que su sarcasmo tome el control de su voz. -Me sorprende que estés Aquí León, apenas nos vimos hace unas horas.-
-Si pero en ese momento no sabía muchas cosas- dice León con un pequeño movimiento de su cabeza que le permite posar su mirada en la de Altagracia.
-Así ¿cómo cuáles?- Altagracia permite que en su rostro se muestre cierta duda.
-por ejemplo lo confundido que estoy, ¿por qué me dejaste solo anoche?- dice León dejando que su mirada baile por cada centímetro del cuerpo de esa mujer. -También lo celosa que eres, ella es solo una amiga-
-Estas confundido ella no es tu amiga más bien es tu compañera de trabajo- dice Altagracia con un tono autoritario. -sobre lo de anoche no tengo por qué darte explicaciones.- en su rostro se alojaba la rudeza.
-Por qué no aceptas que están pasando cosas- dice León dejando que su desesperación e enojo tomen libertad en su tono de voz.
-aquí no está pasando nada Agente contreras, entre usted y yo no puede absolutamente nada- dice Altagracia aun con su rudeza.
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Una segunda Oportunidad
RomanceDespués de una vida llena de tragedia Altagracia Sandoval conoce a un angel que la guía a una segunda oportunidad.