—¿Vi? —escucho y me despierto de golpe.
Mierda, ¿qué demonios acabo de soñar? Mi corazón está a mil por segundo, estoy bañada en sudor, cuando me centro en la realidad, Franco me mira de manera preocupado y curioso, pude notar que tiene una de sus manos en mi rodilla y yo aparto su mano mientras frunzo el ceño.
—¿Qué se supone que hacías con tu mano ahí? —pregunro totalmente a la defensiva y él ríe.
—¿Por quién me tomas, tía? No soy tan enfermo como piensas. —bromea. —Te desperté porque estás jadeando, también sudando y te movías muchos.
¡Por Dios! ¡Qué vergüenza!
—Ah... Sí, es que fue un sueño muy feo. —menciono y me pongo en pie, haciéndome una cola alta. —¿No tienes calor? —pregunto y me empiezo a abanicar con una revista que está en la mesa de la sala.
—El aire acondicionado está encendido en 20 grados, ¿tú que? ¿Estás loca? —dice y luego forma una sonrisa en sus labios. —O cachonda.
Yo lo miro con ganas de asesinarlo y le tiro un almohadón.
—Tú, Neandertal... ¡Me respetas! —menciono enojada. —No voy a tolerar que otro más me falte al respeto. —agrego mientras me giro.
—¿Qué? —pregunto y yo me volteo.
—¿Qué? —digo mirándolo, no pensé que me escuchara.
Él se levanta del sillón preocupado.
—¿Quién te faltó al respeto?
Yo no digo nada, me da pena.
—Venga, Vi, dime. —insiste Franco y yo suspiro.
Yo le cuento lo que Samuel me dijo solo porque Damián me vino a dejar acá al edificio. Cuando termino, él niega mientras bufa.
—Samu es un capullo. —dice Franco y yo pongo una mano en mi cadera.
—"Capullo" le queda corto. —comento rodando mis ojos y él asiente.
—Vi, no sé si soy yo pero esta mañana estabas cariñosa conmigo y ahora ni te sientas conmigo en el sofá. —me dice Franco mirándome a los ojos.
—Franco... —murmuro y él se pone en pie mirándome con la cabeza un poco inclinada, sus manos estaban en sus bolsillos y camina hacia mí unos paso, hasta quedar a una distancia corta pero no demasiada.
—Por lo que sea que estés pasando, no lo puedes ocultar, Ana Victoria. —me dice en un susurro y yo bufo.
—Estoy atrapada en una jaula, puedo salir, pero si lo hago lo único que voy a ocasionar es caos. —le digo mirándolo.
—¿Por qué no me dices? Vi, vivimos hace seis meses juntos, nos conocemos mucho en pocos meses que hemos estado conviviendo, no voy a decir nada. —me insiste y yo suspiro.
—No puedo, prometí guardar el secreto y ya rompí la promesa. —digo y miro al suelo. —¿Sabías que si yo prometo algo es porque de verdad puedo cumplirlo? Y ahorita estoy tan decepcionada de mí. —hablo con un estúpido nudo en la garganta.
Sí, sí, díganme dramaqueen y todo lo que quieran, pero, pónganse en mis zapatos, saber lo que sé y no poder ayudarle a Damián es una de las peores sensaciones que he tenido en mi vida.
—Hey... Hey, tranquila. —dice Franco tomándome de mis hombros y me abraza. —Una persona nunca se puede decepcionar de sí mismo, a veces nosotros somos el único apoyo al que podemos recurrir. —dice y se separa un poco de mí. —Pero este no es tu caso, yo puedo ser tu apoyo, siempre que quieras y aceptes. —me dice con una sonrisa, yo abrazo a Franco y suspiro, no quiero que me vea llorar, no me gusta.
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Perdida en España. #1 (¡Completa!)
Teen FictionTan perdida en España como él en mi mente, pero hasta la burbuja de la fantasía más linda la estalla la cruel aguja de la realidad. Aquí es cuando me queda muy claro que todas esas películas de princesas y cuentos de hadas se equivocan cuando habla...