Yo siempre he tenido la costumbre de dormir con la puerta de mi habitación cerrada, siempre, no importa si es otra casa, siempre pido permiso para cerrarla, pero, yo con la puerta abierta nunca he podido dormir, cuando estaba pequeña pensaba que algo aparecería en frente de esta por si me levantaba de madrugada o algo así, gracias a esto, puedo estar totalmente dormida que si me abren la puerta de la habitación, me despierto al segundo, sí lo sé, es raro.
Nunca me ha pasado que me abran la puerta y yo siga dormida, pero al parecer ayer quedé tan cansada después de darle de comer a Franco, ordenar todo el apartamento y luchar para que varias veces no cayera encima mío dormido, todo hizo que yo me durmiera profundamente, tanto así que Franco entró a la habitación y yo no me di cuenta, solo que despierto cuando escucho a Franco que se estaba riendo, yo abro los ojos lentamente y él está mirándome mientras tiene una sonrisa de burla.
—¿Acaso soy un payaso para que te rías de mí? —pregunto con mi voz adormilada, rodando los ojos pero con una evidente sonrisa, en serio su risa era muy contagiosa.
—Joder, no te cabrees conmigo, solo me dio risa ver como dormías mientras olías una de mis almohadas. —me dice con ambas cejas arriba, yo me doy cuenta de esto y tiro la almohada al otro lado de la cama.
—Qué raro eres, ¿por qué me ves dormir? —pregunto mirándolo y me s siento en la cama, me estiro y él se sienta a mi lado.
—Mira, yo amanecí en una habitación toda rosita y con olor a lavanda, obviamente esa no era mi habitación de hombre independiente de veintinueve años, así que yo pensé que estabas durmiendo en el sofá, ya que me imaginé que no aguantabas tanta masculinidad en una sola habitación, pero vaya, me equivoqué de ti, Ana Victoria. —bromea mientras se ríe y yo lo miro con mis ojos entre cerrados.
—Dime algo, ¿en serio ese adulto independiente que me estás diciendo que tienes es el mismo que el dueño de esta habitación? Porque por lo que escucho, tu súper hombría la quiebra una "habitación rosita" y el olor a lavanda. Además esto parece la habitación de un niño de 12 años. —menciono con una sonrisa y él se queda boquiabierto.
—Vale, me dejaste sin palabras. —responde, yo me rio.
—¡Qué bien! —murmuro con una amplia sonrisa y él bufa.
—Victoria, quiero que me digas algo... —dice y me mira serio. —En serio, ¿qué pasó ayer?
Yo al escuchar esto me quedo sorprendida.
—¿En serio no te acuerdas de nada? —pregunto en shock.
Él niega, yo suspiro.
—Recuerdo que me diste un café. —comenta y yo asiento. —También cuando llegaron los chicos, abrimos unas cervezas, jugamos con la consola y ya, pero no recuerdo cómo llegué a tu habitación.
—Franco, ayer estabas con una chica.
Franco al escuchar esto, abre su boca con sorpresa.
—¿Qué dices?
—Te lo juro. —lo miro y él saca su celular del bolsillo y empieza a buscar en su galería.
—¿Es ella? —pregunta él mostrándome una foto de él con aquella chica, ambos evidentemente ebrios.
—Sí... —me rio. —Que cara la tuya. —empiezo a reír más y Franco suspira frustrado.
—Mierda, mierda, mierda... —dice entre dientes y empezó a borrar las fotos.
Yo me quedo seria.
—Lo siento.
—No, no hay problema, es que ella es la ex novia de Ander. —responde y yo jadeo asombrada.
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Perdida en España. #1 (¡Completa!)
Novela JuvenilTan perdida en España como él en mi mente, pero hasta la burbuja de la fantasía más linda la estalla la cruel aguja de la realidad. Aquí es cuando me queda muy claro que todas esas películas de princesas y cuentos de hadas se equivocan cuando habla...