—Hey niña, despierta... —escucho la voz de Franco, yo abro los ojos lentamente y lo veo de pie en mi puerta.
—¿Por qué me despiertas? —pregunto con la voz ronca y algo irritada.
—Tenemos que ir a conocer la universidad, bueno tú, así que arriba, se nos hace tarde. —me exige y yo bufo, como me irrita que me despierten de golpe.
—Ah, y otra regla, sé independiente, que yo niñero de nadie soy. —espeta y se fue, se los juro que eso me molestó demasiado, o sea, ¿le pedí que me levantara? No.
—Tranquilo, que yo no dependo de nadie. —me defiendo encogiendo mis hombros, mientras me levanto de la cama y bostezo, me estiro y después me dirijo al baño, cuando salgo él, Franco estaba en frente del baño y tremendo susto me di. —¡Ay! ¿Qué demonios te pasa? —le reclamo con el corazón a mil mientras me apoyo de golpe a la puerta del baño.
—Es que tenía que decirte algo, cuando no tengas que salir no es necesario que te duches, en Europa el agua es muy cara. —me dice con una sonrisa burlista, estaba riendo por mi susto y yo nada más le digo que sí para después entrar a mi habitación y cerrar la puerta, me visto con un suéter color chocolate, un pantalón de tela, ajustado, con un estampado de cuadros diminutos del mismo tono de marrón que tiene el suéter, con blanco, una faja de cuero color marrón oscuro y unos tenis color blanco, no me maquillé y solamente peiné mi cabello, lo dejé suelto.
—Tengo una pregunta, ¿cómo pretendes que no me bañe todos los días? Además, tú te bañaste hoy. —pregunto mientras entro a la cocina y él se voltea.
—Me duché porque tengo que salir, si no, me quedo como estaba. —habla mientras me sonríe, yo solo lo miro con un poco de asco y después rio mientras niego. —Bueno, a comer. —dice y me da un plato repleto de churros.
—¿Te gusta el café? —pregunta y yo asiento con felicidad.
—¿Por qué me das churros de desayuno? —lo miro mientras me sirve un plato repleto de estos y él también me mira.
—Come, después te explico. —me dice y se sienta al frente de mí y empieza a comer.
—Yo no me puedo comer todo esto. —niego y él solamente me mira serio. —Está bien, está bien, no me tienes que ver así. —le digo y nos sentamos a comer.
El desayuno se me hizo eterno y hasta puedo decir que algo incómodo, porque como a él no lo conozco, no tenía esa confianza para preguntarle algo más que la información básica, pero bueno, después de desayunar, yo cepillo mis dientes y nos vamos caminando para la universidad, esta quedaba relativamente cerca.
—Ahora sí, ¿me explicas lo de los churros por favor? —le pido y él asiente mientras que mira hacia el frente.
—Es un desayuno típico de Madrid. —aclara y yo lo miro sorprendida.
—Ah, de acuerdo, interesante —digo, pero no me dice nada, al parecer iba con mucho estrés o cansado de mí y no eran ni las ocho de la mañana... Llegamos a la universidad, era una infraestructura muy linda y algo moderna, las personas que pasaban a mi lado, ni me notaban, hasta que le pregunté algo a Franco y algunas personas voltearon a ver.
—Al parecer estás siendo detectada, extranjera. —me dice él con una sonrisa de lado y yo lo miro con ambas cejas arriba.
—Gracioso, en serio... —digo de manera sarcástica y él sonríe.
—¿Verdad que sí? —pregunta y me giñe un ojo, haciendo que yo suelte una carcajada.
—Uy no, eres increíble.
—Gracias, también me caes bien... —pone una de sus manos en mi hombro y yo me rio.
—¿Ana Victoria? —escuché decir mi nombre, cuando me volteé, era Sabrina.
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Perdida en España. #1 (¡Completa!)
Novela JuvenilTan perdida en España como él en mi mente, pero hasta la burbuja de la fantasía más linda la estalla la cruel aguja de la realidad. Aquí es cuando me queda muy claro que todas esas películas de princesas y cuentos de hadas se equivocan cuando habla...