LA REACCIÓN

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-Han pasado tres semanas - dice Cat mirándome con tristeza - pero... ¡Ya está tu contrato! - grita y abre los brazos en señal de victoria.

-Pues han pasado muy rápido estas semanas, ¿Verdad?- digo pasándome una mano por el pelo.

-Ya te digo ¿Qué te parece esta camisa? - me enseña una prenda que acaba de coger de la percha. Tiene un color turquesa precioso.

- Es muy bonita, te da más luz a la mirada... - entrecierro los ojos y pongo morritos.

-¡No te burles, lo digo en serio! - nos reímos un rato y le recomiendo que se la pruebe.

-Me encanta, tenías razón.-después de probársela, nos dirigimos a la caja para pagar lo que hemos elegido.

-Bueno, si quieres, mañana después de salir de clase vamos directamente al restaurante, comemos y vamos a que firmes todo el papeleo. - Cat y yo esperamos en la cola.

-Me parece bien. - respondo con entusiasmo.

Al acabar de recorrer todo el centro comercial, Catherine y yo decidimos sentarnos a tomar un café. Mi favorito es el mocca, aunque también he probado el blanco, el de chocolate es mi preferido. Salimos y nos subimos a mi coche, hemos venido en el mio porque es algo más complicado ir uno detrás del otro todo el tiempo.

-Me puedes dejar a una manzana de mi casa no pasa nada - dice Catherine.

-No hay problema, te llevo hasta tu casa. Y por cierto, ¿Dónde vives? - digo animada.

-No gracias, de verdad, pero a una manzana esta bien, además me tengo que pasar por la tintorería. Tengo que recoger algunas cosas de mi padre.

-¿Estas segura?

-Sí, no te preocupes. - dejo a Cat cerca de una tintorería, en la cual entra. Lo siguiente que debo hacer es ir a comprarle algo a Margaret por su cumpleaños.

El tiempo cambia de repente y cuando salgo de la tienda de electrodomésticos ya está lloviendo. Meto el regalo en el maletero y me subo al coche. Tras un rato de conducir veo una sombra en frente. Piso el freno los más rápido que puedo pero siento que he dado a alguien. Me quito el cinturón y bajo bruscamente del coche. Corro a ver si alguien está herido.

-Esta vez no he intentado llamar tu atención - dice Mike tocándose la cadera.

-Madre mia, ¿Otra vez tu? - digo enfadada - ¿No sabes que existen los pasos de peatones?

-Tranquila no te pongas nerviosa - dice levantándose lentamente.

-No estoy nerviosa, además es culpa tuya, por no pasar cuando, y por donde debes.-digo ayudándole. - Vamos, te voy a llevar a un hospital para que te revise un médico.

-Ni hablar, odio los hospitales. Estoy bien, has frenado a tiempo - se estira y le crujen los huesos - ¿Ves? Mejor.

-¿Siempre nos tenemos que encontrar así? Porque algún día te voy a atropellar - digo relajándome y sonriendo un poco.

-Si, eso parece - Mike está empapado, y yo me estoy empezando a mojar también.

-Será mejor que te subas - señalo el coche - yo te llevo.

-Acepto tu ofrecimiento - dice Mike sonriendo. Después de ponernos el cinturón digo:

-¿A dónde te llevo?

-Déjame en frente de la cafetería que está a tres manzanas de aquí.

-¿Seguro no quieres que te lleve a algún otro sitio? A tu casa, por ejemplo. Yo que tú, me iría a descansar, no se sabe si te has hecho algo en la cadera. Mejor prevenir que curar.

Batir de AlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora