EL ALEJAMIENTO

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-¿Estás bien? -pregunta Sam preocupado después de cerrar la puerta tras de sí.

-No lo sé... - suspiro y me siento en la cama. Él se acerca y se agacha para estar a mi altura. Sus ojos transmiten tranquilidad y confianza. - Esto es tan difícil para mí Sam. - El levanta la mano y me aparta un mechón de pelo del rostro.

-No te preocupes, tómate tu tiempo para asimilarlo todo. - Le cojo la mano y le digo:

-Gracias, gracias por todo lo que haces por mí. Me hace mucho bien que estés aquí conmigo.

-Ya te lo he dicho, estoy aquí para ti. -antes de poder seguir hablando se levanta - Viene tu abuela, estaré en el balcón. - Tras unos segundos, se aparta y llaman a la puerta. Antes de abrir le veo salir al balcón. Mi abuela está delante de mí con una expresión de cansancio. Me duele mucho verla así, pero tiene que saber la verdad, y yo se la voy a contar.

Tras explicarle todo, ella me mira con miedo.

-¿Y tú eres una de ellos? -pregunta.

-Si abuela, por eso me tengo que ir. Ese es mi hogar. Ahí está mi madre.

-¿Por eso... te llamaron alteza esos jóvenes? Eres una princesa...- sonrío por la expresión que tiene. Me levanto y acto seguido ella hace lo mismo y me mira de arriba a abajo. - Si tú eres feliz allí Anna, - mira hacia el balcón, lugar en el que Sam estaba hace poco. - yo no voy a impedirte nada, además no podría - se ríe - pero prométeme una cosa: Ven a vernos a tu abuelo y a mí de vez en cuando.

-Claro que sí abuela, eso ni lo dudes. - tras darme un beso se marcha. Sam ya no está en la habitación y aprovecho para quitarme la ropa y el maquillaje y meterme en la ducha. Posteriormente me pongo unos pantalones cortos y una camiseta. Intento pensar con claridad, pero no encuentro la manera de hacerlo. Mi vida es un lío ahora mismo. Inclino la cabeza hacia los lados para estirarme un poco. Me seco el pelo durante unos diez minutos y salgo del baño. Recuerdo mi piano y las ganas de tocarlo aparecen. Abro la puerta y entro en la habitación contigua, todo está como lo dejé. Me aproximo a él y me siento. Se me ocurren tantas canciones, tantas melodías que puedo interpretar, pero me decanto por una de Debussy, Claro de Luna. Es una de mis canciones favoritas, es relajante y bella. Las primeras notas son una delicia para el oído. Han pasado solo unos días desde que no toqué el piano, pero el sonido es tan intenso y suave que me calma por dentro y no puedo evitar sonreír. Tras pasarme un rato tocando, me entra el sueño. Tapo las teclas con cuidado y me levanto, al darme la vuelta veo a Sam en la puerta de brazos cruzados.

-Hola -digo - ya has vuelto.

-Sí, estaba hablando con Titan.- ya no llevaba el uniforme, tenía unos pantalones de pijama y una camiseta sin mangas, que me permitía ver sus robustos brazos y... sus tatuajes.

-¿Llevas tatuajes? - pregunto acercándome para verlos más de cerca. Llevaba tatuado un dragón que le rodeaba todo el antebrazo. Más arriba tenía la marca de la luna y un nombre. LAURA - Vaya... yo siempre quise tener uno... -digo ¿Quién será Laura? Me empecé a inquietar. Se ríe y se da la vuelta para entrar en el dormitorio. En el suelo veo unas mantas y una almohada.

-Bueno, vas a tener mucho tiempo para hacerte uno. - dice sentándose en la cama. Le sigo un momento después.

-¿Tienes más? - pregunto con entusiasmo. Él suelta una carcajada que me hace avergonzarme ¿Estaré siendo grosera?

- Bueno, si tanto le interesa Alteza... Sí, tengo más. Este - señala al dragón - es Fuku-Riu , el dragón de la suerte. Esto ya sabrás lo que es...- señala la marca de la luna.

-Si... es el símbolo que representa a los serafines.

-Exacto. Este otro - señala el nombre que lleva en pequeño al lado de la marca de la luna. - Es el nombre de mi madre. Es el tatuaje más importante que tengo. - vale ahora estoy más tranquila sabiendo que es el nombre de su... ¿Por qué estoy más tranquila? - Después tengo otro en la espalda.

Batir de AlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora