6. Familia

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Theo

El baile caliente de la chica con la que estaba en la pista fue suficiente para ponerme duro de inmediato y llevarla a mi habitación. En el camino se nos unió otra chica de cabello rojo y corto. No pude negarme, me recordaba a Becca. Anhelaba tanto probar sus labios y no dejé de pensar en ella mientras tenía sexo con estas chicas quienes eran porristas del equipo de futbol de la universidad, Tammy y Diane.

Besaba a la pelirroja en lo que su compañera le daba atención a mi entrepierna, cambiamos de posiciones y la puerta se abrió de pronto dejándome ver a una muy sorprendida Becca con su hijo de espalda hacia mí —gracias al cielo— quien no dejaba de llorar.

—Carajo. Lo siento, lo siento —farfulló y cerró la puerta.

Maldije por lo bajo y tomé mi ropa para ponérmela de prisa.

—¿Theo a dónde vas? —se quejó Tammy.

Me acerqué dándole un beso corto y acaricié su mejilla.

—Ahora vuelvo —musité.

—No tardes —solicitó Diane.

Salí de mi habitación y busqué a Becca en medio de los cuerpos sudorosos que bailaban al ritmo de alguna música electrónica. Volteé a mirar hacia todos lados, pero parecía haberse perdido.

¿Qué hacía aquí con Dylan?

Mi intuición me decía que algo no iba bien.

Mi celular sonó en mi bolsillo y vi que era una llamada entrante de mi hermano mayor Dexter. Rechacé la llamada cuando al fin di con Becca abriendo la puerta del departamento.

—¡Becca! —llamé, pero no me escuchó.

Me hice espacio hasta lograr salir y pude ver como consolaba al niño quien no dejaba de llorar. Apretó el botón del ascensor y entró, corrí lo más rápido que mis piernas de futbolista me dejaban y entré.

—¿Qué haces aquí Theo? —indagó.

—¿Qué sucede con el niño? —respondí con otra pregunta.

Ella pareció pensar unos segundos hasta que habló por fin.

—No lo sé, no para de llorar. Estaba durmiendo y escuché su llanto. Intenté calmarlo, pero nada funciona —me dijo entre sollozos —. Vine a buscar a Fallon, algo me decía que estaría aquí porque la escuché maldecirlos momentos antes de que mi hijo llorara. Seguí el sonido de la música —admitió.

La cara de Dylan estaba roja, toqué su frente y esta ardía. Me partía el corazón ver sufrir a un pequeño niño.

—Debe estar enfermo —dije —. Hay que llevarlo a un hospital.

Ella asintió y el ascensor se abrió en el parqueadero del edificio.

—Traje las llaves de mi auto.

—Permíteme, estás muy nerviosa para conducir. ¿Cuál es?

Ella me extendió las llaves y me señaló un Volkswagen New Beetle de color amarillo. Sonreí agitando mi cabeza por la forma que tenía y nos dirigimos a él. Entramos y un aroma muy femenino me embriagó por completo.

Conduje lo más de prisa que pude y de nuevo mi celular volvió a sonar con una llamada entrante de mi hermano. El semáforo se puso en rojo, deslicé la pantalla para responder y coloqué el celular en mi regazo luego de ponerlo en altavoz.

—Hermano ¿los antojos de Abby te tienen en apuros de nuevo? —indagué risueño.

—Maldita sea Theo ¿dónde carajos estabas? Necesito que me digas donde le compraste esas jodidas galletas de canela a Abigail o me cortará las Dexbolas —sonaba realmente desesperado.

La excepción en mi plan T ©[Plan #2] ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora