CUIDANDO AL BEBÉ
Marinette sabía que si no callaba a ese niño, le saldrían canas en ese mismo instante.
Resultaba ser que se cruzó con la madre del bebé Augusto, la cual de alguna manera sabía que hacía trabajos de niñera y le pidió el favor de cuidar al pequeño y ella aceptó cuidarlo. Pero no contó que el infante de un momento a otro empezara a llorar.
Es decir, estaba tranquilo y sonriendo, e incluso estaba juguetón y de pronto empezó a llorar. Había intentado muchas cosas: Sus peluches de héroes, los juguetes que le dio la madre del ojiverde, no necesitaba un cambio de pañal, no tenía hambre, los arrullos no daban resultado y no tenía sueño.
¡Si no podía calmar a un bebé siendo niñera, qué sería de ella cuando sea madre!
—Vamos bebé ¿Qué te sucede?—. Preguntó la chica y sólo recibió más llantos como respuesta, lo que la hizo suspirar cansada.
Hugo, Emma y Louis, más les valía ser tranquilos con su madre.
Sacó nuevamente el biberón de Augusto y se sentó en su diván con el moreno en su regazo e intentó volver a darle la leche de él, pero justo cuando lo iba a hacer se oyó un golpe en el balcón y pronto ingresó a la habitación por el tragaluz el superhéroe de la ciudad.
—¿Trabajos de niñera?—. Preguntó el rubio.
—Este bebé es imposible—. Fue la respuesta de la ojiazul y su amigo bajó hasta llegar a donde ella estaba.
—A ver amiguito ¿Por qué le das tanto trabajo a mi Princesa?
El infante intentó acercarse a Chat Noir, pero Marinette lo acomodó para darle del biberón, el cual el bebé aceptó gustoso, lo cual hizo que la ojiazul suspirara aliviada.
—Sólo era hambre, y es raro porque hace un rato intenté darle de comer y no quiso.
—Los bebés son a veces difíciles de tratar—. Comentó el ojiverde. —Pero si les das lo que quieren o algo que lo distraigan se pueden calmar.
—Bueno, pues ya había intentado de todo, que estaba por volverme loca, parece que encontré a alguien que llegue ponerme en ese estado que no sea tú.
—¡Miauch!—. Exclamó dramático el héroe felino echándose para atrás para caer dramáticamente al suelo. —¡Mi Princesa no me quiere!
Después de ese pequeño drama del héroe, Augusto empezó a llorar nuevamente. Marinette contó hasta diez mientras se jalaba con fuerza una de sus coletas. Chat la observó por unos instantes y frunció un poco el seño.
—¿Por qué no le pides ayuda a tus padres?—. Cuestionó.
—Están muy ocupados en la panadería, no me atrevo a molestarlos por esto. Yo acepté cuidar a Augusto.
El héroe se sentó de piernas cruzadas y estiró sus brazos para que su amiga le diera a Augusto, lo cual hizo, y ambos vieron cómo el llanto del infante disminuyó un poco y cuando estuvo frente al héroe estiró sus pequeñas manos hacia el cascabel el cual golpeó levemente haciendo que la campanilla en su interior se moviera y produjera un suave tintineo lo que causó risas inmediatas en el bebé.
—¿Sólo hacía falta... tu cascabel?—. Cuestionó incrédula la Dupain-Cheng.
—Al parecer sí—. Respondió sonriente el superhéroe.
Marinette, después de eso, se levantó del diván y tomó unas gafas de sol rosadas antes de subir al balcón.
—¿A dónde vas?
—Tienes muy controlado a Augusto, sé que podrás con él. Yo por otro lado me quedaré aquí durante las otras tres horas que se supone que debo estar cuidándolo—. Se excusó Marinette. —Que no llore otra vez, a menos que tú y Ladybug quieran enfrentarse de nuevo a Gigantitán.
Y la chica se fue mientras el superhéroe se le quedaba mirando al sonriente Augusto, antes de oler un espantoso olor proveniente de su pañal.
¿Por qué su padre le dio la tarde libre precisamente ese día?
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El Caballero Negro y su Princesa
FanfictionDos adolescentes que se conocieron por una situación peculiar. Dos adolescentes que son opuestos, pero juntos hacen una gran dupla. Dos adolescentes que se reunen en una habitación rosa, cuyas paredes guardan mil y un secretos de ambos. Un Caballero...