14. Chocolate

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EL NUEVO CLIENTE

Para los Dupain-Cheng siempre era normal recibir mucha clientela en la panadería, pero cuando se incrementaba un poco más siempre que podía Marinette ayudaba a sus padres, y ese era uno de esos días. La familia había estado vendiendo unos macaroons de chocolate, la cual era una nueva receta y había sido muy popular y vendida desde que los Dupain-Cheng lo agregaron.

En ese momento, Tom y Marinette estaban preparando el glaseado de chocolate para hacer más macaroons mientas que Sabine estaba en el mostrador leyendo un libro, hasta que de pronto los tres miembros de la familia oyeron la campanilla de la puerta del negocio y vieron que acababa de entrar un joven con una pinta extraña.

Vestía un pantalón holgado azul, un hoddie rojo, una gorra de los Yankees y usaba gafas oscuras, pero parecía que debajo de ellas había algo como una máscara. Además llevaba una mochila verde en su espalda

Tom se puso alerta cuando el misterioso miró hacia ellos. Pero el recién llegado sacó a relucir una sonrisa ladina y se sacó la gorra dejando libre una rebelde cabellera rubia y una divertidas orejas dw gato negras a la vez que se quitaba los lentes y revelaba una mirada gatuna color verde esmeralda.

—¡Hola familia!—. Saludó el recién llegado.

—¿Chat Noir?—. Cuestionaron Tom y Sabine.

—¿Qué estás haciendo aquí?—. Le preguntó Marinette.

—Estaba patrullando cuando me dio algo de hambre, así que decidí echarles una visita ya que estaba cerca—. Respondió el héroe mientras se acercaba donde estaban Tom y Marinette. —¿Qué preparan?

—Nuestros nuevos macaroons de chocolate—. Contestó el corpulento hombre.

—¿Y por qué estás vestido así?—. Siguió preguntando Marinette.

—Aún me escondo de Alya—. Respondió Chat, con una cara aburrida.

¿Hasta cuándo tendría que huir de Alya como superhéroe?

—Bueno, ¿Puedo ayudar?—. Preguntó el chico.

—Por supuesto—. Le contestó Tom.

—¿No venías solo a buscar algo de comer?—. Le volvió a preguntar Marinette.

—Estás muy preguntona hoy Marinette—. Mencionó el héroe.

—¿Y? ¿No puedo ser así?—. Volvió a decir la chica. —Esperen, alto... y me di cuenta.

Así el héroe pasó un rato ayudando con el glaseado de los macaroons, hasta que...

—¡Hola, hola!—. Se escuchó la voz de Alya, la cual estaba entrando a la panadería.

Haciendo que el héroe felino se escondiera debajo de la mesa en donde había estado trabajando con Marinette y su padre, pero la cosa era que en el momento en se escondió terminó lanzando la taza de glaseado sobre su cabeza, y ahora tenía su cabello y parte de su rostro lleno de chocolate.

—Lo que necesitaba—. Susurró el héroe su mala suerte. —Pero es un buen chocolate.

Y Alya escuchó aquel comentario.

—¿Quién dijo eso?—. Cuestionó la Cesáire.

—Eh... ¿Voces fantasmas?—. Habló Marinette, con esperanza de que pueda salvarle el pellejo a su amigo héroe.

—Ya usaste esa excusa ¿Sabes?

—Tiene razón—. Volvió a susurrar Chat, poniéndolo en aún más peligro.

¿Ese chico no valoraba su vida, cierto?

—¿Quién está ahí?—. Preguntó Alya acercándose a la mesa.

—¡Corre, teñido, corre!—. Gritó Marinette.

Y Chat Noir corrió lejos de la panadería y de la loca aspirante a reportera.

—¡Ya te dije que soy natural!—. Devolvió el grito el ojiverde.

Pero al menos tenía algo para comer en el camino.

—¡¿Chat Noir estaba aquí?! ¡Traidores!—. Exclamó Alya antes de salir corriendo en busca del héroe.

Pero al menos éste tenía algo que comer al final.

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Casi no tenía ideas para este día, así que lo medio uní con el día de ayer.

El Caballero Negro y su PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora