24. Confesiones

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LA CONFESIÓN DE CHAT NOIR

—Dilo.

—No.

—Dilo.

—Ya te dije que no.

—Vamos, sólo dilo, no tienes nada qué perder.

—Oh, claro que tengo algo que perder, como mi reputación de héroe por ejemplo, mi dignidad también.

Era al rededor de la media noche, y en la Plaza de los Vosgos, el héroe de la mala suerte y la única hija del matrimonio Dupain-Cheng tenía aquella pequeña discusión mientras le daban vueltas al parque, con el rubio llevando a cuestas sobre su espalda a la azabache.

—Anda Chat—. Insistió una vez más Marinette. —Es solo cuestión de decirlo y ya.

—¿Me crees tan loco y estúpido?—. Cuestionó el superhéroe.

—Bueno...—. Fingió pensar la civil, pero la ofensa el chico la sintió muy real.

Y como venganza, hizo un movimiento algo brusco que amenazaría el equilibrio de la chica sobre él, pero ella pudo sostenerse antes de una posible caída.

—¡Tonto!—. Gritó ella, pero trató de que no fuera tan alto para no ser descubierta ella y su acompañante.

—Silencio Princesa—. Dijo Chat. —Recuerda que hay personas durmiendo, además gritaste en mi oído.

—Me mantendré en silencio si tu confiesas todo—. Sentenció ella. —Así que, ¡Dilo!

—No lo diré Marinette, y es una decisión tomada—. Habló el ojiverde frunciendo levemente el seño.

—Que serio—. Se burló la ojiazul. —¿Qué podría hacer para que dejes esa cara?

—¿Qué tal dejar de insistir en que le diga al mundo entero lo que quieres que diga?

—Yo iba a decir que te daría más galletas de las que te doy siempre, el triple incluso si incluyes tu confesión, pero ya que insistes...

—¡De acuerdo, me compraste!—. Se rindió el héroe.

Debía estar prohibido el chantaje con comida de por medio pero hay problemas en el mundo que aún no se resuelven, pero esperan ser resueltos. Chat Noir bajó a Marinette de su espalda y ella se paró emocionada frente a él, que tenía una cara aburrida.

Pero lo que sea por las galletas, ¿No?

—Vamos Chat Noir, dicelo al mundo entero—. Insistió Marinette ganando un bufido del chico.

Él se acercó al rostro de su amiga, quedando a poco centímetros el uno del otro.

—Soy un gato diva—. Susurró el superhéroe.

Marinette se cubrió la boca para no soltar una carcajada por tal confesión, pero su risa fue callando de a poco cuando se dio cuenta de algo.

—Un momento, ¿Por qué susurras?—. Preguntó ella ladeando la cabeza haciéndola ver tierna a los ojos del chico frente a él.

—Aquí va otra confesión, lo susurro, porque dijiste que se lo dijera al mundo entero, y tú eres mi mundo entero Marinette.

Debido a esa otra confesión, Marinette cubrió su rostro para no dejar ver a Chat Noir su sonrojo.

—Gato bobo—. Dijo ella sonando su voz ahogada por tener las manos en su rostro entero.

—Tú lo quisiste así, ahora vamos que quiero el triple de galletas.

Chat rodeó la cintura de Marinette llevándola con él a la salida del parque.

—Y aprovechado—. Siguió diciendo ella con las manos en su rostro.

El rubio tomó a la chica entre sus brazos para hacer que ella tenga que sostenerse de su cuello para no caer, pero igual ocultó su rostro en el pecho de él.

—Pero lindo...

—Wow, como que esta es la noche de las confesiones—. Comentó el héroe mientras seguía su camino de regreso a la habitación de Marinette.

El Caballero Negro y su PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora