26. Almohadillas en las patitas

839 94 14
                                    

SEGURIDAD ANTE TODO

Marinette no tenía una estación fija del año que sea su favorita, todas le encantaban, pero estaba segura que ese invierno había sido de lo mejor. Esa tarde estaba divirtiéndose un poco en el parque para pasar el rato, haciendo un muñeco de nieve gigante. Cuando su obra maestra ya estaba casi lista, decidió agregarle algo más y de su bolso sacó un gorro negro, una bufanda verde y unos guantes también negros.

Una vez todo terminado admiró el muñeco de nieve y sonrió por el resultado final.

—Increíble trabajo—. Escuchó decir.

Se volteó a ver y vio a un pequeño grupo de niños que admiraban su creación.

—Los sé, tardé toda la tarde pero al fin está listo—. Le comentó Marinette a los infantes.

Los niños se acercaron un poco más al muñeco de nieve para admirarlo más cerca, cuando...

—¡Aléjense de mi Princesa!

Una voz grave y malvada se oyó, haciendo huir a los niños despavoridos creyendo que quien había dicho eso era el muñeco de nieve que había cobrado vida. Marinette por su parte no se asustó pero se preguntaba quién había dicho aquello... un minuto ¿Acaso el que habló le dijo "su Princesa"?

—Adrien Agreste—. Habló ella. —Sé que estás ahí.

—Yo no conozco a ningún Adrien.

Y pronto Chat Noir hizo su aparición de detrás del montículo de nieve que había detrás del muñeco.

—Soy el inigualable Chat Noir.

Marinette miró de mala gana al chico recién llegado y se acercó a él.

—Seas quien seas, dos cosas. Uno, la broma que hiciste fue de muy mal gusto, asustaste a esos pobres niños; y dos, ¡Ya te dije que no te quiero ver con el cabello blanco!

Aquello último lo mencionó, sacando de manera algo brusca la nieve que estaba sobre la cabellera rubia del muchacho. Aún no superaba la alucinación que tuvo con respecto a Chat Blanc hace unos meses que la llevó a descubrir la identidad del Agreste.

—Prometo tener más cuidado—. Dijo él.

—Más te vale, tonto. Y me voy a asegurar de eso.

Pronto Marinette le sacó el gorro, la bufanda y los guantes al muñeco de nieve y se los puso a Chat Noir.

—Ahora el pobre muñeco de nieve está desnudo—. Habló el héroe.

—De todas maneras esto estaba destinado a ti, es tu regalo de Navidad como Chat Noir, por algo el gorro tiene un espacio para las orejas y los guantes son un poco grandes para esas patitas tuyas de gato—. Contradijo e informó ella.

—Es como si fueras una madre, siempre asegurándose de que su hijo esté bien abrigado.

—No soy tu madre, soy tu dueña y tú eres mi gatito. Y hay que tener seguridad ante todo, contra los resfriados y los malvados gatos blancos akumatizados.

—¿Qué dices si para evitar todo eso vamos a tu casa por algo de chocolate caliente y unas galletas?

—Debo admitir que tengo hambre, pero tú admite que tienes un problema con las galletas.

—Un problema a la vez Princesa, un problema a la vez.

.

.

.

Cuando imaginé a Chat con nieve en su cabeza no pude evitar unir este con "Chat Blanc".

Lamento la horrible tardanza, nos cortaron la luz seis horas y mi hermana menor tiene dramas seguidos.

El Caballero Negro y su PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora