5. Reto

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APODO PROHIBIDO

Ni para Marinette ni para Chat Noir ha sido una cosa de otro mundo hablarse con apodos, pues desde que tuvieron un mayor acercamiento hasta que se hicieron buenos amigos en adelante los apodos siempre estuvieron presentes. Él tenía muchos apelativos que tuvieran que ver con gatos y dependiendo de la situación se le agregaba algo extra, como "Gato tonto" o "Gato travieso", por ejemplo.

Pero con Marinette, los apodos de ella se reducían a el diminutivo de su nombre, Mari, o "Princesa". Y con eso estaba y se sentía bien, ya de todas maneras tenía muchos apodos que le daba el chico de traje de gato cuando portaba su traje de heroína.

Pero últimamente había podido notar que su felino amigo la estaba llamando "Princesa" muchas más veces que de costumbre y repetidas veces, lo cual la hizo extrañarse un poco a tal punto que en su pensamiento ahora lo llamaba Disco Rayado.

Pero gracias a esa situación, decidió sacarle algo de provecho para divertirse con el de ojos verdes. Y todo dio inicio cuando el chico por una de las ventanas de su habitación esa noche.

—Buenas noches, Princesa—. Saludó el rubio.

La chica sonrió ante la llegada de su amigo y lo señaló con el dedo.

—Princesa, señalar con el dedo es malo—. Indicó él.

—¡Chat Noir, yo te reto!—. Exclamó la chica.

Y el recién llegado sonrió con malicia.

—¿Con que de esas tenemos, Princesa? Me pregunto qué gran reto habrá pasado por esa cabecita tuya, pero estoy dispuesto a aceptarlo.

—He notado que me has dicho "Princesa" más de lo usual.

—¿Enserio?—. Cuestionó Chat. —Ni cuenta me di.

—Así que, yo te reto, a que por dos días no me puedes decir "Princesa" y veamos qué tanto aguantas—. Retó Marinette.

El héroe de la mala suerte se lo pensó un momento, para después sonreír decidido, que parecía el Gato Sonriente. Pero recordó algo.

—¿No habrá apuesta de por medio?

—Sólo quiero ver qué tanto tiempo aguantas.

—Bueno, en ese caso, acepto el reto.

El chico extendió su mano hacia la chica y ella hizo lo mismo, y en un apretón el reto estuvo sellado.

—Bueno, Marinette, ¿Qué tienes planeado hacer esta noche?—. Preguntó el chico, resaltando el nombre de su amiga.

—Esta noche quiero decubrir una sola cosa, muy especial.

—¿Cuál?

—¡Cómo hacerte ronronear!—. Exclamó maravillada la Dupain-Cheng.

Ese era solo un chico en un traje de gato y algunos poderes, ¡¿Cómo le hacía para ronronear como si fuera un gato real?!

Chat Noir se sonrojó por lo dicho por Marinette, ni él sabía cómo podía ronronear, pero lo hacía. Recordaba la primera vez que lo hizo, y en frente de Ladybug, cuando se enfrentaron a Reyna Primicia.

Eso fue vergonzoso, por lo menos la batalla continuó y su compañera olvidó aquél detalle, o eso creía él. Unas ligeras caricias en sus orejas de gato falsas lo sacó de sus pensamientos y vio que la ojiazul probaba en esa zona para provocarlo y sintió algo nacer en su garganta. Ahí va el ronroneo, ese era uno de sus puntos débiles.

Pero el bullicio de la gente en las calles lo salvó de otro momento vergonzoso, y asomándose por la ventana, vio a un sujeto con traje de constructor en medio de la calle ¿Lo que le llamó la atención? Destrozaba todo con fuerza descomunal y exigía a gritos los Miraculous.

—El deber llama, no sé si pueda regresar—. Le indicó el rubio a la azabache.

—No te preocupes, es tu deber como héroe—. Dijo ella. —Y el mío también.

—Bueno, ya me voy—. Dijo él saliendo por la ventana pero dándose la vuelta para ver a Marinette. —Hasta mañana, Princesa.

Y el superhéroe se dio cuenta de su error, cuando su amiga empezó a reírse de él.

—¡Ni 15 minutos!—. Se burló Marinette.

Y Chat Noir no hizo más que irse a combatir contra el villano, con el sabor de la derrota llendo con él.

Pero no entendió por qué cuando Ladybug llegó unos momentos después, cada tanto se reía de él sin razón.

El Caballero Negro y su PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora