28. Apagar las luces

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COMPAÑERO NOCTURNO

Una pequeña de siete años estaba cubierta por sus sábanas de aquella noche de tormenta, tenía miedo. La pequeña azabache salió de su cama y fue hasta un punto de su habitación y tomó un pequeño bulto que estaba sobre una pequeña camita y lo abrazó a ella. Era su pequeño gato, Jojo.

Después de mucho insistirle a sus padres, le habían permitido tener una mascota siendo ésta un gato. Ella quería un hámster, pero ya estaban agotados así que optó por adoptar un gato, no había problema. Al final se encariñó con el gato y se hizo su amigo pero ahora lo necesitaba ya que tenía miedo.

Encendió la luz de su habitación dispuesta a buscar sus pantuflas e ir a la habitación de sus padres ya que tenía demasiado miedo, pero pronto se cortó la luz luego de que se escuchara un fuerte trueno a la distancia. Ahora su cometido se había arruinado ya que todo estaba oscuro y le tenía miedo la oscuridad.

Corrió hasta su cama con Jojo aún en sus brazos y se metió debajo de las sábanas y sacando la linterna para iluminar un poco se quedó allí temblando de miedo y escapándoseles algunas lágrimas. Y solo tenía la compañía de su querido compañero gatuno.

[…]

Algunos años después, en la actualidad...

—Y unos días después, Jojo escapó—. Le contaba la ojiazula su felino novio.

—¿Cómo?—. Cuestionó el rubio ladeando la cabeza confundido.

—Estaba en las escaleras cerca de la entrada, había llegado una visita y cuando mi mamá abrió la puerta Jojo corrió y se fue para no volver nunca más—. Siguió contando Marinette. —Después de eso, decidí que como mascota sólo tendría un hámster y al crecer dejé de temerle a la oscuridad y a las tormentas pero...

—¿Pero?

—Pero ahora soy grande, sigo sin hámster y volví a tener un gato en mi casa.

—Soy tu novio, no tu mascota—. Reclamó Chat Noir.

—Pero yo veo un gato, Agreste—. Se burló ella.

—Admite que me amas así sea un gato o no.

El ojiverde se lanzó sobre el regazo de su novia, y ya que ambos estaban sobre la cama de ella no temía a posibles golpes si ella caía. Se aferró al cuerpo de ella abrazándola y sintió como las manos de ella acariciaban sus mechones rubios.

—Yo seré el único gato en tu vida hasta que tengamos a nuestros gatitos—. Sentenció él. —Caso cerrado.

Marinette rió por aquello.

—Te amo Gatito mimado—. Le dijo mientras besaba la cabeza de él.

Pero pronto se oyó un fuerte trueno para después caer lluvia e irse la luz segundos más tarde.

—¡Ay!—. Chilló Marinette aferrándose al cuerpo de su novio fuertemente.

—¿Qué ya no le tenías miedo?—. Preguntó Chat Noir a modo de burla.

—Ca-callate—. Le dijo ella.

El héroe notó que la chica abajo de él estaba temblando ligeramente, así que decidió dejar sus bromas de lado por un momento.

—Ya mi Lady, yo estoy aquí contigo.

—Sólo... no me dejes.

El chico se acomodó para quedar al lado de su novia y así estar más cómodo para abrazarla.

—No te preocupes Princesa, yo estoy aquí y no me iré si así lo quieres.

Chat Noir besó dulcemente los labios de Marinette para tranquilizarla y aún en la oscuridad supo que se había sonrojado.

—También te amo, Princesita.

.

.

.

¿Saben cómo se me ocurrió esto? Anoche a eso de las nueve empezó a llover y después se fue la luz. Pero que bueno que llovió, ahora por estos lados está fresco y significa ¡Qué viene mi cumpleaños, faltan cinco días!

El Caballero Negro y su PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora