29. Pijama

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EL HÁMSTER Y EL GATO

Marinette ama los hámster y quiere uno, era algo que Adrien sabía a la perfección desde que iba a visitarla como Chat Noir, pero hasta los momentos no había podido tener uno de esos pequeños. Recordaba que ella un día le dijo que pronto tendría su hámster ya que tenía un arma secreta, pero hasta los momentos no había visto ninguna estrategia por parte de la azabache para obtener su tan ansiada mascota.

Hasta esa noche, que llegó a la habitación de ella para su diaria visita cuando la vio en un hermoso pijama de cuerpo completo, con temática de hámster.

—Aún no tengo un hámster, pero eso no me impide ser uno—. Comentó la chica cuando lo vio llegar, dando ligeros saltitos.

—¿Pero qué tenemos aquí? Pero si es un bello hámster—. Dijo divertido el héroe.

—¿Te gusta?—. Preguntó Marinette mientras Chat Noir la tomaba de la mano y la hacía dar una vuelta.

—Está increíble... aunque ahora estás en peligro.

—¿Qué? ¿Por qué?—. Preguntó la ojiazul con confusión y algo de miedo.

—Porque ahora eres una pequeña hámster, en presencia de un feroz y temible gato—. Amenazó el ojiverde.

Marinette dejó de mirarlo con miedo, para cambiar su expresión por una de fastidio.

—Tonto—. Le dijo antes de golpearlo con algo de fuerza en un hombro. —Me habías asustado.

—Vamos Princesa, sabes que me gusta divertirme, ¿Y qué mejor para la diversión que cazar mi cena?

—Ja ja, muy gracioso. Deja de hacerte ideas raras antes de que te saque de aquí a escobazos.

—Lo siento, tengo hambre, veo un lindo hámster y estoy a terapia con las galletas.

Y sin esperar más, el chico empezó a perseguir a la chica hámster por toda la habitación de ella por un largo rato entre risas y objetos de la habitación que fueron lanzados, hasta que la Dupain-Cheng fue rodeada por el héroe en un rincón de la habitación, y éste se había acercado tanto a la chica hasta el punto en que la había arrinconado en la pared.

—Dime pequeña hámster ¿Te como a mordiscos o a besos?—. Preguntó Chat Noir.

—Si me dejas una sola mordida voy a buscar el rodillo de mi padre—. Amenazó la chica, con sus rostro sonrojado, viendo que el chico se había acercado tanto a ella que sus rostros ya estaban a centímetros del otro.

—Entonces no me dejas más opción de que sea a besos—. Susurró él.

Los labios de ambos ya estaban a centímetros de probar los ajenos, cuando...

—¡Marinette!—. Se oyó la voz de Tom Dupain.

La azabache alejó de un empujón al héroe haciéndolo tropezar con el diván y caer detrás de él. Por otro lado, la trampilla de la habitación fue abierta dejando ver al corpulento hombre, que traía algo en sus grandes manos.

—¿Pasa algo papá?—. Preguntó la ojiazul.

—Tu madre y yo te tenemos un regalo—. Indicó el ojiverde y reveló lo que tenía entre sus manos.

Un pequeño y adorable hámster.

Marinette se mantuvo en shock unos segundos por la sorpresa y después chilló de alegría al tener por fin la mascota que siempre quiso. Tomó al roedor entre sus manos viéndolo emocionada, era de color café claro y tenía una manchita oscura al rededor de su ojo derecho. Era perfecto.

Su padre pronto le pasó la jaulita del pequeño y la dejó sola nuevamente, no sin antes decirle que lo cuidara muy bien.

Tanta era su emoción que dejó un pequeño beso sobre el pelaje de su nuevo amigo antes de seguir mirándolo enternecida.

—¿Así que besas al recién llegado que solo tiene un minuto pero a mí me empujas que nos conocemos desde hace un largo tiempo?—. Se hizo escuchar la voz de Chat Noir.

Había olvidado que él estaba allí.

—¿Celoso?

—Los gatos somos muy superiores a los hámster así que...

El rubio fue callado en aquél instante ya que fue tomado de su cascabel por Marinette quién dejó un beso en sus labios, beso el cual no duró más de cinco segundos. Ya después lo soltó.

—Te voy a llamar...

"¡Bam!", se escuchó.

Y la azabache bajó su mirada para ver al héroe tendido en el suelo medio desmayado con una sonrisa boba en sus labios.

Esa noche, ganaron los hámsters.

El Caballero Negro y su PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora