09.- Campana de la vergüenza

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 1265.


09.- Campana de la vergüenza

Adrien había puesto al día a Tikki sobre el estado de Marinette, la kwami no lo dijo, pero era evidente que la echaba mucho de menos. También le habló sobre cómo había acabado la visita del día anterior y le pidió consejo. Compartió la comida con ella mientras Plagg protestaba porque sus reservas de camembert empezaban a bajar.

—¿Estás segura de no querer venir a verla, Tikki?

—Sí, me conformo con que me expliques cómo está. Además podría verme y no debe saber de mí.

No era justo. Cuando ocurrió con Fu le pareció algo terrible, pero ahora que afectaba a Tikki y Marinette le parecía de una crueldad abrumadora.

—¿Tan malo sería que te viese?

—Adrien, los prodigios y los kwami debemos permanecer en secreto para los no portadores —explicó, aunque sabía que él era consciente de ello—. Es la forma de asegurarse de que las identidades de los portadores permanecen en secreto.

—Marinette no le contaría nada a nadie.

—Eso da igual — dijo Plagg uniéndose a aquella pequeña reunión—. Es una norma sagrada, el castigo sería terrible.

—¿Y si le pido permiso a Fong?

—Déjalo —pidió el kwami de la destrucción—, estás intentando luchar contra cosas que no están a tu alcance.

Adrien frunció el ceño dispuesto a replicar, pero Plagg no lo permitió. El kwami no estaba de acuerdo con todo aquel tacto desmedido como si Adrien fuese a romperse en pedacitos como el cristal.

—Enfréntate a lo que puedas vencer, porque lo único que estás haciendo es agotarte como un estúpido.

—Plagg, ¿qué estás haciendo?

—Mira, Tikki, si este idiota quiere seguir corriendo con los ojos cerrados hacia un muro, adelante, pero que después no se queje de que nadie le ha avisado de que iba a hacerse daño.

»No puedes derrocar las normas de los prodigios, no puedes borrar lo que ha pasado, no puedes esconderte para siempre tras la máscara de Chat Noir y, definitivamente, no puedes traer de vuelta a la Marinette de hace una semana.

Tikki empujó a Plagg para que se callase de una vez.

—Ya lo sé, Plagg.

—Deja las excusas para quien... ¿qué?

—Que lo sé, pero no es fácil.

—Déjanos ayudarte, Adrien —pidió Tikki—. No tienes que hacerlo tú sólo.

—Antes de eso tengo que disculparme con Marinette por lo de ayer.

—Y allá va de nuevo —farfulló Plagg al ver a su portador ponerse en pie para invocar la transformación.

—Volveré pronto, el diario de Marinette está en la mesilla por si quieres leerlo.

Tikki suspiró al verlo saltar por la ventana, esperaba que le hiciese caso a Plagg y abordase aquellas batallas que podía ganar.

Saltó recorriendo las azoteas camino a casa de Marinette. Se sentía un poco más ligero y optimista, pero era consciente de su situación y de que se le estaba acabando la tregua que Fong estaba dispuesto a darle.

Marichat en mayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora