Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.
Palabras: 1179.
14.- ChocolateMarinette se había sentado en el balcón a leer un libro. Estaba preocupada por Chat Noir, llevaba días sin saber nada de él más allá del mensaje que le había enviado Adrien. ¿Estaría bien? Podría estar malherido o podrían tenerlo retenido unos supermalvados, aunque suponía que de ser así el blog de Alya lo habría publicado.
Se aburría, aunque Alya la iba llamando, una vez que colgaban volvía a sentirse sola, como si le faltase algo. Tal vez se había ligado demasiado a Chat Noir ¿qué esperaba de él? Era un superhéroe, no iba a estar siempre jugado a las casitas con ella. Tendría cosas más interesantes que hacer, gente más importante con la que relacionarse y responsabilidades que cumplir. Ella sólo era un minúsculo grano de arena en mitad de un desierto. Chat Noir no iba a estar perdiendo su tiempo para siempre con ella.
—¿Aburrida, princesa?
—¡Chat Noir!
Los ojos de Marinette se iluminaron al verle, trató de sonreírle mientras agitaba la mano a modo de saludo, pero sentía cómo le temblaban los labios, así que los apretó con fuerza.
—¿Estás bien, Chat?
—Sí.
Marinette se levantó dando un saltito y se le acercó, le tocó el brazo, la tela de su traje era cálida y suave. Apartó la tentación de comprobar si el tacto era igual a lo largo de todo aquel traje negro.
—¿Seguro que estás bien?
—Sí... no. ¿Puedo abrazarte, Marinette?
Ella asintió y permitió que sus brazos la rodeasen, estaba temblando. Pasó los dedos por sus cabellos rubios, sollozó pillándola por sorpresa.
—¿Chat?
—Lo siento, se supone que estoy aquí para ayudarte y mírame.
—¿Por qué no te sientas? —sugirió la muchacha.
Chat Noir la siguió hasta la tumbona y se dejó caer como si se hubiese quedado sin fuerzas. Marinette empezó a preocuparse, tal vez si se acordara de él podría intuir qué le ocurría, pero se estaba moviendo a ciegas por un terreno desconocido.
—¿Quieres hablar? Puedo escucharte si lo necesitas.
—No, estoy bien, lo siento.
—No seas tonto, Chat Noir. Deja que hoy cuide yo de ti, somos amigos ¿verdad? —Él asintió—. Pues los amigos se ayudan y escuchan.
—No es justo que te cargue con mis cosas, ya tienes suficiente con lo de ponerte al día.
—Tú eres más importante que cualquier libro de historia.
»¿Es por esa chica a la que quieres?
Chat apoyó la cabeza en su hombro, ganando un poco de tiempo para valorar qué podía contarle y qué no, porque Adrien tarde o temprano tendría que hablar con ella con sinceridad y sus historias no podían ser calcadas.
—En parte.
—¿Le ha pasado algo?
—Ella... es increíble. Estará bien.
Marinette le acarició la mejilla con la sospecha danzando en su cabeza.
—¿Es que ha desaparecido? —se atrevió a preguntar.