21.- Fuegos artificiales

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 2155.


21.- Fuegos artificiales

Adrien revisó por quinta vez su móvil. Marinette no le había contestado en toda la noche, pero había leído todos los mensajes de disculpa que le había ido enviando.

Tenía que buscar el modo de acercarse a ella durante su turno, si lo hacía sin una buena excusa la haría sentir incómoda y ya la había cagado bastante. Tenía que ser prudente.

Plagg se plantó frente a él con el ceño fruncido.

—¿Vas a seguir ahí plantado mirando el teléfono o vas a hacer algo?

—No puedo, lo he estropeado todo.

—Adrien —musitó Tikki uniéndose a ellos—. Marinette te escuchará, sólo tienes que hacerla sentir cómoda de nuevo.

—Soy un idiota...

—Estás enamorado —afirmó la kwami—, y el amor puede hacerte cometer locuras.

—No, Tikki, es idiota —murmuró Plagg—, lo único que tenías que hacer era no presionarla y...

—No le hagas caso. Plagg es el idiota.

Le sonrió a Tikki agradeciendo su apoyó, pero su kwami tenía razón, era un idiota, se había dejado llevar por un impulso estúpido y la había malinterpretado.

—Le volveré a escribir —dijo abriendo el chat.

Lo siento mucho, Marinette. He traicionado tu confianza, ¿qué puedo hacer para que me perdones? Pídeme lo que quieras, pero por favor no me ignores.

—¿De quién estaba enamorada Marinette? —preguntó Plagg cuando hubo acabado de escribir, se sentó sobre el diario de ella.

—¿Qué?

—Cuando un guardián renuncia pierde la memoria, no los sentimientos hacia la persona a la que ama.

Tikki recordó a Fu, el momento en que se reencontró con Marianne y como sus sentimientos por ella brotaron en cuanto sus ojos se toparon con los suyos.

—Si Marinette quería a Chat Noir, es a él a quien seguirá queriendo.

—Pero Chat Noir soy yo.

—Eso es algo que Marinette no sabe.

—Y qué propones que haga, Plagg ¿se lo digo?

—¡No puedes hacerlo!

Adrien se dejó caer en la cama exasperado. Tenía un buen problema.

—Vas a llegar tarde.

—Maldita sea.

Acabó de vestirse a toda prisa y corrió a la calle, sería mucho más rápido transformase en Chat Noir y saltar por los tejados, pero si lo hacía caería en la tentación de pasar a ver a Marinette y entonces sí que llegaría tarde. Agradeció que fuese tan temprano porque así se ahorraba los cuchicheos molestos y las miradas de reojo.

Tom le abrió la puerta en cuanto golpeó la cristalera y con una sonrisa triunfante le dijo que iba a enseñarle a hacer el pan más delicioso del mundo.

Cuando Marinette abrió los ojos estaba tan cansada que le habría encantado poder darse la vuelta y seguir durmiendo, pero no podía. Alya la había invitado a pasar la mañana con ella y a comer fuera, le había parecido una gran idea porque así no tendría que compartir mesa con Adrien y, con suerte, tampoco le vería. Se desperezó y bajó a desayunar.

—Buenos días, cariño.

Marichat en mayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora