Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.
Palabras: 2087.
28.- Luces fuera
Sabine, a media mañana, le dio el resto del día libre. Adrien le había contado lo que sabía que no les afectaría en caso de que el guardián fuese hasta a ellos para hablar, porque con tantas normas y secretos no quería correr el riesgo de perjudicarlos en modo alguno.
Pasó el día con Marinette y por la noche se plantó en su balcón transformado en Chat Noir, si no podía dormir aprovecharía para velar por la seguridad de su compañera. Tendría que haber pensado en llevarse algo con lo que entretenerse, aunque fuera el teléfono móvil, pero ya era tarde para remediarlo.
El balcón de Marinette era tranquilo y agradable, a pesar de ser un espacio reducido no le hacía sentir atrapado como otros lugares abiertos pero reducidos.
El quejido de la trampilla le alertó, pero no se movió sabiendo que la oscuridad podía ayudarle a camuflarse. No era ningún enemigo era Marinette con el pijama, una chaqueta fina sobre sus hombros y un tazón de cacao entre las manos. Chat la observó con curiosidad esperando a ver cuánto tardaba en darse cuenta de que estaba sentado en un rincón apoyado contra la pared. Pasó de largo y se apoyó en la barandilla mirando el cielo estrellado, se preguntó en qué debía de estar pensando a esas horas en vez de estar durmiendo.
Marinette suspiró y agachó el rostro como si un gran pesar hubiese anidado en su pecho y la estuviera devorando por dentro. Chat se levantó y caminó con sigilo hasta a ella.
—¿Va todo bien, princesa?
Se sobresaltó soltando el tazón que Chat Noir cazó al vuelo antes de que pudiera caer varios metros en el vacío. Marinette le miró con la mano en el pecho sintiendo que su corazón le quebraría las costillas de un momento a otro.
—Perdona, no quería asustarte.
—¿De dónde has salido?
Con una sonrisa en los labios Chat Noir señaló el punto junto a la claraboya en el que había estado sentado segundos antes.
—¿Problemas para dormir?
—He tenido una pesadilla —musitó dejándose refugiar en un cálido abrazo— y ya no he podido volver a dormirme.
—¿Quieres hablar de ello?
Ella disintió.
—¿Qué haces aquí, Chat?
—No podía dormir.
—¿Pesadillas?
—Algo así.
Marinette se puso de puntillas para alcanzar sus labios.
—¿Por qué no vuelves a ser Adrien?
—Porque se rompería el secreto oficialmente y no puedo dejar que pase.
—Sabes que es absurdo, ¿verdad?
—No soy yo quien haces las normas —contestó riendo—, pero sí que es absurdo.
Chat le devolvió la taza con gesto elegante.