Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.
Palabras: 2536.
26.- Almohadillas
La primera noche de guardia no ocurrió nada, quien se hubiese llevado el prodigio no parecía querer usarlo por el momento o estaba atacando de algún modo que hacía casi imposible que se le detectase.
Adrien lo había estado hablando con Tikki y Plagg hasta que los tres se quedaron dormidos compartiendo la misma almohada. A la kwami le preocupaba que quisieran dañar a Marinette buscando a Ladybug, o que el nuevo Hawk Moth supiese quién era ella en realidad.
Adrien tuvo pesadillas en las que un akuma gigante atacaba a Marinette y la arrancaba de su lado. Salió del cuarto para encontrarse con la mansión desierta, por un momento creyó que seguía soñando, pero lo descartó al tropezar en las escaleras y estar a punto de caerse. Deseó que Fong estuviera allí para poder preguntarle si era posible que alguien conociese la identidad de su compañera, aunque no lo creía, Marinette era muy cuidadosa y cuando él había llegado hasta a ellos no había prensa delante.
No volvió a dormirse pensando en miles de escenarios diferentes en lo que nada acababa bien, si perdía a Marinette de nuevo no creía ser capaz de levantarse.
Llegó la panadería muerto de sueño, pero se esforzó por poner buena cara para no preocupar a nadie. Tom le enseñó a darle forma a los croissants mientras canturreaban una cancioncilla sobre dulces que Adrien se preguntó de dónde había sacado.
Los clientes entraron en tropel en cuanto Adrien giró el cartel de la puerta a "abierto", agradeció la distracción que le regalaba aquel ajetreo, incluso la presencia de la señora Ferret le parecía de agradecer. Con Tom delante la mujer no osó a decirle ninguna grosería.
A media mañana Marinette se plantó a su lado con timidez, Adrien le acarició el brazo con discreción.
—¿Estás bien? —Ella asintió en silencio—. ¿Necesitas algo?
—¿Me puedes ayudar en el almacén?
—Dame un minuto.
Adrien atendió a la clienta que esperaba mientras Tom charlaba con Nadja Chamack y entonces siguió a Marinette que parecía muy nerviosa. La muchacha abrió la puerta tras la que se apilaban los grandes sacos de harina y otros productos para el horno, con un ademán le invitó a entrar.
—¿Qué hay que cargar? —preguntó entrando y encendiendo la luz del almacén.
—Más al fondo —contestó ella cerrando la puerta a su espalda.
—¿Marinette?
Tiró de su delantal invitándole a borrar aquella distancia entre sus labios.
—¿Estás segura?
—Sí, ahora sí.
Adrien tomó su rostro entre las manos y acarició sus labios con los suyos, no quería hacerla huir de nuevo, aunque supiese que era Chat Noir si existía un pequeño resquicio para que volviera a sentirse presionada o invadida él no pensaba propiciarlo.
—Adrien —susurró erizándole el vello de la nuca.
—Si vuelves a decir mi nombre así creo que no voy a poder aguantarme las ganas de comerte a besos.