06.- Sujeta mi vara

454 55 9
                                    

Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 1395.


06.- Sujeta mi vara

Adrien había dejado pasar tres días en los que se había dedicado un poco de tiempo, aunque le había prometido a Marinette ir a verla sin falta al día siguiente, no tenía ganas de ser Chat Noir. Había pensado en su situación, en cómo se había desmoronado todo como un castillo de naipes. También había hablado con Fong sobre su padre y Nathalie, el maestro fue cortés con él, incluso se atrevería a decir que se mostró protector y comprendió que aún no estaba listo para enfrentarse a ellos.

Gorila había reaparecido al fin, por lo poco que pudo descubrir, su guardaespaldas estaba entre la mansión y el templo trabajando para Fong y Gabriel. Le había regalado una enorme bolsa de chucherías, como cuando era pequeño y su padre le castigaba, Gorila siempre se encargaba de que estuviera bien de verdad, eso le convertía en alguien de su familia para él.

Tras un pequeño desayuno regresó a su cuarto para transformarse en Chat Noir y cumplir con su deber para con Marinette. Saltó por la ventana, el bullicio de la calle le crispó un poco los nervios, pero se esforzó por ignorarlo y continuar adelante. Se detuvo cerca de la casa de los Dupain-Cheng al ver a Alya y a Nino en el parque, sintió el remordimiento roerle por dentro. Había dejado que la betería de su teléfono se agotase y no había ni encendido el ordenador para ver si tenía algún e-mail, por no hablar de las redes sociales a la que, si ya de por si les hacía poco caso, ahora las ignoraba por completo. Debían de estar preocupados por él.

Sonrió y saltó a la acera para acercarse a sus amigos que al oír los grititos emocionados de los parisinos levantaron la cabeza. Alya sacó el teléfono automáticamente y se puso a grabarle, aunque no le lanzó ninguna pregunta sobre lo ocurrido con Hawk Moth o sobre el paradero de Ladybug.

—Nino y Alya, ¿verdad? —Ambos chicos asintieron—. ¿Sois amigos de Marinette?

—Marinette es mi mejor amiga —contestó Alya—. Veníamos a verla, pero...

—No nos hemos atrevido a entrar. Su madre le dijo a Alya que ha perdido la memoria.

—Eso es verdad, pero le iría bien poder ver a unos amigos y hablar.

Alya bajó el teléfono y desconectó la cámara, parecía abatida. Chat Noir se dio cuenta de que no era el único que estaba sufriendo por lo que le había pasado a Marinette, sus amigos estaban igual, tristes y frustrados.

—Soy una mala amiga —murmuró Alya—. No soy capaz de entrar porque no sé de qué podría hablarle o qué hacer para ayudarla y...

—No importa de lo que le hables, lo que importa es estar ahí —declaró Chat Noir—. Tengo una idea, esperadme aquí.

El héroe corrió hacia la casa de Marinette, tocó el timbre y esperó paciente a que le abrieran. Tom Dupain asomó la cabeza y se hizo a un lado para permitirle el paso, le saludó con un efusivo abrazo que Chat Noir agradeció, la familia de Marinette era tan cálida y agradable.

—Adelante, estás en tu casa.

Subieron las escaleras, Sabine le miró por encima de la taza de té que bebía y le saludó con una sonrisa.

—¿Les importa si llevo a Marinette a ver a Alya y Nino?

—Tal vez aún es pronto para eso —musitó Tom.

—Estaré cerca, no la dejaré ni un minuto, señor Dupain.

—Si Marinette quiere me parece bien —contestó Sabine—. No podemos protegerla siempre de todo Tom, Marinette tiene que seguir adelante con su vida.

Marichat en mayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora