19.- Tuxedo Chat

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 1309.


19.- Tuxedo Chat

Adrien dio un par de toques en la trampilla del cuarto de Marinette procurando sonar diferente a las veces que lo había hecho como Chat Noir.

—Puedes pasar.

Se atrevió a empujar la trampilla y a asomarse. Marinette estaba recogiendo los papeles que tenía desperdigados por el escritorio y forzándolos a entrar en una carpeta que parecía a punto de explotar.

—¿Necesitas ayuda?

—¡No!

Esperó hasta que hubo logrado su objetivo de meterlo todo dentro y ocultó la carpeta en un cajón. Entró y cerró con cuidado. Marinette se giró en la silla para mirarle con una sonrisa nerviosa en los labios.

—¿Trabajabas en algún diseño?

—Una tontería —replicó—. Intentaba encontrar un diseño bonito para alguien.

—¿Alya?

Se le encendieron las mejillas, no era para Alya, tal vez para Luka. Marinette no estaba cómoda con eso, había que cambiar de tema.

—¿Qué has estado haciendo estos días?

—He estudiado un poco de historia y he leído algo.

—¿Estás bien Marinette? Pareces incómoda.

Desvió la mirada. Adrien cayó en la cuenta de que debía ser por lo que había leído sobre su padre en la revista, no sabía si sería capaz de hablar sobre ello si Marinette decidía sacar el tema. Le tomó las manos con suavidad.

—He visto lo que pasó con tu padre.

—¿Por eso has querido verme? —preguntó.

—No, bueno sí, o sea, quiero decir que sí, pero que no sólo por eso —replicó nerviosa tapándose la cara con las manos. Era un desastre—. Lo siento, es que creo que a lo mejor necesitas hablar y bueno, yo puedo escucharte si quieres y si no pues no pasa nada, pero me gustaría porque somos amigos o lo éramos y ¿somos amigos?

—Tranquila, no pasa nada. Somos amigos —le aseguró—. No sé si esa conversación será muy agradable.

—No importa, quiero escucharte.

Adrien le sonrió, también se había ofrecido a escuchar a Chat Noir, era una buena amiga. También era muy inteligente, estaba seguro de que había atado algún cabo, pero no hasta dónde había llegado y en qué dirección apuntaban sus sospechas. Tenía que ir con cuidado con lo que explicaba y cómo lo hacía.

—¿Qué has leído?

—Que tu padre le ha hecho cosas malas a la gente.

Alya no había publicado nada en el Ladyblog y le había prometido no hacerlo. No tenía control sobre la prensa y estaba seguro de que no había puesto "cosas malas" sin más, sin detalles escabrosos y algo de morbo que seguramente le salpicaba a él. Era muy propio de Marinette endulzar las cosas para que no dolieran tanto.

—¿Has oído hablar de Hawk Moth? —Ella asintió con prudencia—. Pues mi padre era Hawk Moth. Vivíamos bajo el mismo techo y nunca sospeché, ni por un instante, de él.

—No es culpa tuya.

—Lo sé, pero no puedo dejar de pensar en cómo pude estar tan ciego. Ahora veo con claridad las señales. —Se quedó en silencio mirando sus puños apretados sobre sus rodillas—. Siempre encerrado, distante, frío... He estado tan ciego durante estos años.

Marichat en mayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora