12.- Intercambio de kwamis

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Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.

Palabras: 1149.


12.- Intercambio de kwamis

La sonrisa de Marinette se congeló en su rostro cuando al abrir la puerta no se encontró a quien esperaba.

—¿Qué, chica? ¿Nos dejas entrar o hablamos aquí en la puerta?

—No, claro, pa-pasad.

Marinette se hizo a un lado permitiendo que Alya, Nino y Adrien entrasen. Analizó con detenimiento al muchacho rubio que rehuía su mirada, era la primera vez que le tenía delante y le desconcertaba su actitud.

—Tú eres Adrien, ¿verdad?

—Sí —contestó dándose cuenta de que no estaba preparado para enfrentarse directamente al hecho de que no le recordase—. Siento no haber venido a verte antes, yo...

—Da igual, no pasa nada.

—La próxima vez deberíamos invitar a Luka y a Kagami —pronunció Nino. Marinette se sintió incómoda, no se acordaba de ninguno de los dos y no tenía claro si quería verlos.

—Tal vez deberíamos de darle un poco de espacio a Marinette —dijo Adrien sabiendo que ella aún no estaba preparada para todas esas caras nuevas—. Tendría que ser ella quien elija a quién quiere ver y no al revés.

La pareja intercambió miradas dándose cuenta de que Adrien tenía razón, tenían que seguir el ritmo de Marinette y no al revés.

—¿Queréis subir a mi cuarto?

Hubo un asentimiento general. Marinette subió las escaleras con algo de desánimo pensando en qué debía de estar haciendo Chat Noir y si iría a visitarla. Tal vez se estaría enfrentando a un terrible villano, podría estar en peligro y ella no tenía manera de saberlo, eso la hacía sentir frustrada.

Sus padres estaban jugando a un juego de lucha sentados en el sofá, por la manera en la que refunfuñaba su padre, su madre estaba barriendo el suelo con él.

—Han venido unos amigos a verme, estaremos en mi cuarto.

—Divertíos —dijo Sabine echándoles un rápido vistazo y sonriéndoles.

—Claro cariño —contestó Tom agitando el mando en el aire como si con eso su suerte fuese a cambiar—. Si tenéis hambre hay croissants enfriándose abajo.

Corearon un gracias al unísono antes de seguir a Marinette arriba. Empujó la trampilla y la mantuvo abierta para que los tres pudieran entrar.

Charlaron un rato hasta que Alya tiró de ella dejando a los dos chicos a solas, la hizo sentarse en el diván con una sonrisa traviesa. A Marinette le gustaba Alya, era abierta y hablar con ella era fácil; se notaba que la conocía bien.

—El otro día parecías muy interesada en Chat Noir, así que te he traído unas fotos exclusivas.

Las mejillas de Marinette se encendieron al instante.

—Vale, no sé qué te estás imaginando, pero lleva ropa en todas ellas.

—¡Alya! Yo no... yo no...

Nino y Adrien las estaban mirando con interés, no era consciente de que había gritado tanto. Se abalanzó sobre Alya aferrando su brazo para susurrarle al oído.

—Yo no imagino cosas. Sólo me da vergüenza que te hayas dado cuenta.

—Ya, seguro. Te conozco, Marinette, aunque no te acuerdes te conozco y sé diferenciar tu cara de vergüenza por ser descubierta de la de imaginación disparada.

Marichat en mayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora