Capítulo 8 "¡Voy a salvarte!"

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—¿¡De qué vas!? —Le empujé al otro lado de la habitación—. ¡Me voy ahora mismo de aquí! —Intenté meterme debajo de la cama pero cogió mi pie con fuerza.

—¡No se atreverá! —Empezó a tirar con más ímpetu pero yo me aguanté de una pata de la cama—. ¡Salga de ahí ahora mismo!

—¡Ni lo sueñes!

Escuché como la puerta se abrió y Carlos dejó de forcejear mi pie, aproveché para darle una patada y zafarme. Me adentré un poco más en el hueco mientras oía el chirrido del metal moverse al paso de una persona, cerré los ojos con fuerza, sabía que había entrado un soldado pero gracias a que la puerta estaba al otro lado de la habitación no habría visto su pie forcejear por el agarré del duque. En el silenció de la habitación retumbó un sonido en seco algo extraño, y como si fuese un objeto, cayo al lado de la cama. Abrí mis ojos por instinto y lo que vi me dejó sin respiración. La cabeza de Carlos rebotó contra el suelo salpicando un poco de sangre alrededor, algunas gotas llegaron a mí, su rostro estaba bañado por el líquido rojizo que le brotaba de la cabeza y su mirada azulada casi sin vida parecía que me pidiera ayuda. Instintivamente acerqué un poco mi mano derecha a él pero al parpadear desapareció.

Salí de debajo de la cama y me senté en ella, mi mano derecha temblaba y como si estuviera en un limbo lo único que estaba en mi cabeza era su imagen. Detuve mi mano y la presioné contra mi pecho mientras mis latidos y respiración entrecortada se aceleraban. Lo único que si me empezó a dar vueltas fue la barriga, parecía que la pizza que había comido iba a salir en cualquier momento.

Cuando menos era la ocasión mi padre abrió la puerta.

—Hija, ¿estás aquí? Tus hermanos me han dicho que había un amigo tuyo en la casa y... ¡Ana!-Sin poder evitarlo todo salió de mí, y cuando digo todo era todo, incluso lágrimas empezaron a rebosar de mis ojos. Mi padre se acercó y con una mano me sujetó el pelo mientras que la otra la posó en mi espalda. Dentro de mí agradecí ese gesto pues entre todo lo que me dolía la garganta y la cabeza eran lo de menos.

Después de que terminara de echar todo lo que mi cuerpo poseía me quedé vacía. Mi padre llamó a mamá para que me ayudaran a recostarme en la cama y limpiar todo el alboroto que había causado.

—Ay dios mío cariño, tienes casi cuarenta de fiebre -dijo mirando mi madre el termómetro que me había puesto en la axila—. Reforzaré la dieta que nos envió la enfermera y esta vez no te la saltaras como hoy. Voy a por algo fresquito para bajarte esa calentura.

Cuando escuché la puerta cerrarse por fin volví al silenció en el que solo escuchaba los latidos de mi corazón, levanté mi mano al techo. Aun temblaba, y al parecer mi corazón también.

"¿Estará muerto?", mi cuerpo se entumeció. "No Ana, no pienses más en eso. Tú no puedes hacer nada porque ese no es tu lugar. Seguro que se las apañará muy bien". Cerré los ojos intentando convencerme a mí misma.

—Ana, ¿te pasa algo? —Abrí los ojos cuando noté un paño frio y húmedo sobre mi frente—. Llevo un buen rato en la habitación y parecía que no me notabas, ¿paso algo cariño? ¿Quieres que vayamos al hospital? —Me preguntó mamá sentándose en la cama. En su cara se reflejaba toda la preocupación de una madre entrañable como ella.

Siempre había considerado a mi madre una persona especial y no por el simple hecho de que sea mi madre si no porque ella es el tipo de persona que sabe leer tu alma a través de tus ojos y capta lo que ocurre sin que le digas nada. Consideraba eso un don que poca gente podían tener, toda persona debería de tener a alguien así cerca suya.

—Cariño, se ve que estás pasando un mal momento y la verdad es una de las únicas veces que no sé el por qué —comentó mientras estrechaba mi mano—. Sabes que te queremos, somos una familia y cuando estés preparada para hablar con nosotros allí estaremos—. Sin querer me puse a llorar como una niña desconsolada entre sus brazos. Ella me aceptó y en su pecho noté la calidez de su corazón que se estrechaba cada vez más mientras me acariciaba la cabeza.

Debajo de mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora