Capítulo 11 "Empieza la aventura"

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—¡Mamá! ¡Ana te tiene una buena noticia! —David apareció de repente en escena por la puerta de la habitación, detrás de mamá—. ¿Anda, aun no le has contado Ana? —Me guiñó el ojo.

—Eh-h, si, ¡sí!

—¿Enserio? —El rostro de mi madre cambió a uno más alegre—. Cuéntame, cuéntame.

—Y-yo... —Empecé a tartamudear. "¿Qué me pasa? No es que nunca haya mentido" pensé, pero otro pensamiento me respondió "Vas a mentir diciendo que te vas de intercambio un curso casi entero para pasar ese tiempo en el pasado arriesgándote la vida para buscar a unas personas que ni siquiera conoces...y encima vas a mentirle a tu madre, ¿no es suficiente para estar nerviosa?".

—¡Ana ha sido aceptada con una beca en el programa de intercambio del insti! —exclamó mi hermano a mi lado levantando las manos. Mi madre se llevó las manos a la cabeza de alegría y entre sus halagos hacia mí, David me susurró sin que se enterara—Joder Ana, hazlo creíble.

—¡Si, así es mamá! —confirmé con una tensa sonrisa.

—¡Dios, dios! ¡Se tiene que enterar todo el mundo! ¡Voy a llamar a la tía Pili, a Marquitos, a todos! —Emocionada estuvo a punto de irse de la habitación pero mi hermano la detuvo.

—Mamá, Ana tendrá que irse ahora mismo para no perder el bus. —Mi madre se quedó helada en su sitio y nos observó un poco sorprendida, parecía no asimilar las palabras de David—. Mira mamá, aquí tienes. —Le dio los papeles que estaba sosteniendo todo el rato. Me acerqué a lo que estaba leyendo y me sorprendí, mi hermano le había dado unos documentos perfectamente falsificados donde indicaba que dentro de una hora debería de tomar un bus en la entrada de la ciudad para ir a Valencia y de ahí coger un tren a Madrid para poder llegar al vuelo. También estaba escrito a que instituto de Italia iría. Hasta tenía una foto mía y mi firma.

—¿Pero, ahora? Yo... —Mi madre no sabía que decir—. Tu padre no lo sabe.

—Mamá, estaré bien. Sé que es repentino, pero es una gran oportunidad.

—Sí, así es. Debemos de apoyarla.

Ella me miró y el mundo se me cayó al suelo, tenía los ojos lagrimosos a punto de llorar y sin pensarlo la estreché entre mis brazos.

—Bueno, ¿llevas todo? —Me sonrió y yo afirmé con la cabeza levemente. También estaba punto de derramar lágrimas, agradecí dentro de mí la suerte que tenía por tenerla.

—Gracias mamá.

—Bueno niñas, ya paren de hacer drama. —Nos separamos y lo vimos llorando a cascadas, reímos y los tres nos abrazamos.

Después de unos minutos así nos alejamos y mi madre se fue a prepararme un bocadillo para lo que se supone que sería el trayecto en bus mientras que mi hermano y yo bajamos al patio de casa.

—¡Ana, cuando vengas tráenos juguetes de Italia! —Me pidieron los gemelos que tras su calurosa despedida se marcharon a jugar. David y yo nos quedamos solos y me apoyé en la verja ya con un pie en la calle.

—¿Cómo has falsificado todos esos papeles David?

—Mientras te duchabas aproveché para falsificarlos. Me tengo que encargar de todo, eres muy descuidada hermanita —bromeó y yo le agradecí, sino hubiese falsificado los papeles mi madre no se lo hubiese creído ni de lejos—. ¿Cómo harás para ir al pasado?

—Cuando estéis dormidos entraré en casa y me iré.

Alcé mi mirada al cielo viendo como el sol perdía contra el tiempo dejando ya entre ver algunas brillantes estrellas. Es curioso, nos separa el tiempo pero siempre estaremos compartiendo la misma tierra y el mismo cielo.

Debajo de mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora