Capítulo 21 "Una historia de dos-Segunda parte"

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—Mi nombre es Diago.

—Vaya que nombre más peculiar.-Sonrió al final.

—No... ¿No te irás?

—¿Irme? ¿Por qué? —preguntó mientras volvió a concentrarse en la prenda de ropa.

La chica calló, ahora sí que le parecía extraño. Había hecho caso omiso de la orden de su padre de no conocer a nadie y decir su nombre ya que no merecía estar con nadie y nadie quería estar con ella. Nunca había tenido permitido pensar en tener un amigo o alguien con que compartir el tiempo.

Aunque es verdad que a Enrique se le hacía conocido ese nombre, lo había escuchado varias veces de pequeño de la boca de su madre cuando hablaba con los vecinos o con su padre.

—¡Ya está! —exclamó Enrique al terminar.

Diago recibió el camisón que había vestido desde su infancia como nuevo, realmente parecía que había hecho retroceder el tiempo. Ella alegré lo estrechó contra su pecho mientras le agradecía a Enrique, este por otro lado no sabía nada más que hacer que ponerse rojo y negar con la cabeza.

—¿Solo tiene ese vestido, no? ¿Quiere que le haga uno a mano? —Le sugirió el muchacho.

La chica negó, no quería que su nuevo amigo, y el único, gastara su tiempo en una cosa como esa por ella.

—¡Pues ya está decidido! ¿De qué color lo quiere?

—Em, yo. —No sabía qué decir.

—El color azul le queda muy bien. Me gustaría regalarle ahora mismo el vestido de mi hermana pero no puedo porque me mataría así que le haré uno totalmente nuevo. —Sonrió.

Una emoción invadió a la muchacha. Nunca había recibido nada de nadie ni regalos y mucho menos los halagos que estaba escuchando de Enrique. Ella asintió y volvió a agradecer.

Los días pasaron y siempre estaban juntos. Quedaban por la mañana o mediodía y pasaban toda la tarde el uno con el otro. Diago empezó cada vez a perder poco a poco su tremenda timidez aunque no se atrevía a contarle a su amigo quién era en realidad. El muchacho había intentado varias veces tocarla pero ella inconscientemente o conscientemente lo había evitado, había comenzado a pensar que a lo mejor Diago era una de esas personas que les gusta muchísimo su espacio personal y que no la tocaran. Con el paso del tiempo Rufina se había vuelto más pesada insistiendo a su hijo que trajera a la muchacha que llevaba loquita pero Enrique se negó. Nunca le mencionó el nombre de ella ya que sabía que si lo decía esta correría a buscarla.

Aunque Diago no recibiera esa preocupación por su padre este varias veces le preguntó dónde iba cuando despertaba a veces a medio día de trabajar por la noche. Esta siempre ponía excusas, no quería decirle que se encontraba con un chico de la aldea por miedo de recibir otra paliza. Temía más que le hiciera algo a él, lo quería proteger.

Iban caminando por el valle mientras el sol caía pero se pararon al encontrar una flor bastante más grande y alta a las demás, llegaba hasta sus caderas. Era de un color anaranjado y amarillo.

—Qué bonita —mencionó Diago en un susurró mientras la admiraba. Nunca había visto una flor así por la zona.

—Mi hermana me ha contado sobre ella. —Rozó uno de sus pétalos. —Es un girasol. Es una flor muy extraña, dicen que está enamorada del sol.

—¿Enamorada del sol?

—Sí, siempre sigue al sol. Desde que salé hasta que oscurece —explicó.

Debajo de mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora