—No te metas sino quieres acabar muerta. —Me amenazó y yo misma pude notar como mi vida se acortaba.
"¿Qué debería de hacer?", pensé pero la atacante ya había decidido por mí. Antes de que me tocara la punta metálica afilada de la flecha un cuerpo se abalanzó sobre mí tirándome al suelo debajo de él. Volví a la tierra, aunque no con muchas ganas, el duque estaba encima de mí con su rostro escondido en mi cuello. Podía notar su corazón acelerado y su respiración entrecortada por el cansancio.
—¿Carlos?
El duque se apartó haciéndose a un lado, se recostó boca arriba y apoyó sus manos en el pecho quejándose del dolor.
—¡Señorita!
Antes de reaccionar al aviso de Guadalupe acerqué a mi cuerpo a Carlos y lo agarré llevándole al lado de la Rosa y Diago que ya despierto, esquivando varias flechas que me lanzaba la mujer de pelo blanco. Ni siquiera yo sabía cómo lo hacía, era pura suerte y si alguien estaba ahí arriba ayudándola ahora mismo le daba las gracias por ello. Antes de alejarme de él este me agarró de la muñeca y acercó sus labios a mí oído.
Lo miré dudosa pero él todo lo contrario, se veía decidido. Asentí y procedí a hacerlo. Esquivando la flecha que me lanzó mientras corría hacia ella le propiné otro puñetazo alzándola esta vez al cielo. Cayó entre los árboles. Marché hacia donde había aterrizado encontrándomela ya de pie, me volví a acercar a ella esquivando todos sus ataques. Ella velozmente cogía más y más flechas para disparar pero las esquivaba todas, por suerte ya que algunas casi me rozaban.
Empuñé mi otra mano en su máscara lanzándola contra el árbol. Ya tenía dos manos fuera de combate. Las agité un poco para serenar esas punzadas de dolor, las observé y maldije para dentro pues mis dedos estaban pintados de un azul verdoso oscuro que se extendía rápidamente por la palma de mi mano.
Aún que le golpeara ella se levantaba como si nada y su máscara no demostraban alguna brecha por los impactos. Encorvé mi postura dejando caer lo brazos, el dolor de las manos ya habían pasado a ellos. Siempre había querido tener esta súper fuerza pero si me hubieran dicho antes que tendría esta desventaja habría descartado ese deseo a la basura directamente, ¿para qué quería tener una súper fuerza cuando al golpear mi cuerpo no lo resistía?
Ella río al verme en esa situación, una risa ganadora y de burla.
—¿Ya está, es todo? —preguntó irónicamente.
Miré a mí alrededor. No .Aún no era el momento, tenía que ganar tiempo.
—¿Te hace gracia verme así? —Sonreí sudorosa.
-Sí —contestó rotundamente—. ¿Por qué los proteges aun siendo tan débil?
—Bueno, son mis amigos —dije para mis adentros con dificultad esperando que los dolores punzantes no se extendieran más allá de mis dos extremidades.
—¿Amigos? ¿Si fuera así no estarían ellos ayudándote?
—¿Y tú porque quieres matar a esa mujer, a la Rosa? —Evité responder—. ¿Te ha hecho algo a ti?
—No es nada personal, pero le debó a alguien un favor.
—¿Un favor?
—¿Acaso no creerás que este poder viene gratis, no? —Iba a seguir lanzándole preguntas pero me calló—. Basta de cháchara, me he extendido demasiado pero bueno, no saldrás viva de aquí.
Sonreí al escuchar la señal, un silbido inundó el bosque matando el silencio. Noté como la mujer quedo helada por un momento al darse cuenta y enseguida una flecha pasó al lado de mi cuello asustándome. Este acabó en uno de los hombros de la mujer, uno de los sitios donde su extraña armadura no llegaba a tapar. Varias flechas acabaron sobre su piel, perforándola, no había fallado en ninguno de sus objetivos.
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Debajo de mi cama
Fantasía¿Qué harías si por accidente viajaras al pasado y tuvieras que embarcarte en un viaje por la España feudal con un enigmático duque? Ana en el último curso del instituto emocionada por la universidad. Una chica que le encanta quedar con sus amigos, p...