Capítulo 9 "Fuerza de Tormo"

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—¿Entonces usaste eso de ir a la casa de un amigo a dormir como excusa, no? —Le pregunté y el asintió varias veces, al parecer entró a mi habitación mientras dormía—. Me alegro de que estés bien, te sacaré de aquí y salvaré al duque —dije determinada y mi hermano pareció extrañarse ante tal cambio de humor—. ¿Isabel, sabes algo del duque? ¿Qué ha pasado desde que me fui?

—Desaparecieron al mismo tiempo, así que el señor creyó que se escaparon juntos. Mandó a todos sus mejores soldados a buscaros por la región y fortaleció la seguridad de la casa, sobre todo en la habitación de su hija, ya que tenía la esperanza de que mi señorita apareciera allí como la primera vez —contó—. Se rumorea por las habitaciones del servicio que encontraron al duque en esa habitación.

—Sí, así es. —Solamente recordar la imagen de Carlos hacía temblar mi cuerpo—. Idearé un plan para escapar David. —Apoyé mis manos en sus hombros mientras le sonreía.

—Pero mi señorita, ahora que saben que está aquí harán el juicio lo antes posible. Como se fue no pudieron realizarlo debidamente en los juzgados, pero se instalaron aquí unos días por si ocurría esto —mencionó preocupada.

Las cosas se complicaban y el tiempo pasaba en silencio mientras pensaba en cómo podría escapar de la habitación, pero al parecer las agujas tocaron el tiempo límite de la partida pues el gigante dio otro portazo. Y esta vez no estaba solo. Este me volvió a coger como un saco de patatas y molesta le empecé a pegar en la espalda pero para él eran como acaricias.

—¡Ana! —Chilló David aterrorizado cuando otro titán apareció y le atrapó de la misma forma que a mí.

La situación cada vez empeoraba más.

—¡David! ¡Dejarlo ir! ¡El aún es un crio! —protesté desesperada mientras veía como nos separábamos por corredores diferentes—. ¡Mierda! ¿¡A donde lo lleváis!? —No hubo respuesta—. ¿¡Por qué os lo lleváis a él!?

-Bueno, después de todo también es un Tormo —musitó burlón pero no pude ver su expresión, quería mofarse de mí.

La rabia aumentó como volcán a punto de explotar, estaba tan aterrada de lo que podrían hacerle a David que se me nubló la mente, como pequeñas nubes antes de la tempestad.

—Tu. Cuando acabe serás al primero que lo pague —esputé entre dientes provocándole unas carcajadas, las palabras salían de mi boca como si tuvieran vida propia. Lo que no sabía es que la situación iba a empeorar más de lo que pensaba al cruzar las puertas de la sala, la misma en donde fui golpeada hasta casi desfallecer.

En esta ocasión fueron más agradecidos y en vez de amarrarme al pilar me ataron a una silla en mitad del salón, observé a mi alrededor como la última vez, no había cambiado nada excepto de que habían más personas observando, supuse que era gente noble y con privilegio curioseando. Mi mirada se detuvo en la figura de aquel hombre que me había robado el sueño la noche anterior y sonreí, estaba hablando detrás de la mesa con un anciano al lado suyo y parecía bien, exceptuando algo parecido a un parche que tenía en la frente donde comenzaba el cabello.

"Que bien", suspiré internamente y como si él hubiera notado mi mirada me observó. Sin embargo noté desagrado en sus ojos, era como si mi presencia le molestara. Mi sonrisa se desvaneció cuando me miró con desdén y como si hubiera leído mi mente apartó la vista. "¿Y a este que le pasa? Encima que me preocupe en venir a salvarle. La cara que me ha puesto es la misma que cuando me vio por primera vez".

—¡Yo, señor Abalic, presente, comenzaré este juzgamiento por traición! —El señor que me acogió alzó la voz tanto que todas las personas presentes callaron al instante—. Hoy, tenemos a la señorita Ana Tormo, sucesora de Tormo, quien traicionó a mi legado y a toda la población. Por lo tanto, se le acusa de traición, ¿tiene algo que rebatir? —Noté que esa pregunta era más humo que nada, sobre todo porque noté la mirada de Carlos encima, como queriendo avisarme de no contestar. "Tranquilo, ya aprendí de tu paliza"—. Como la señorita es una descendiente de un soldado bendito es la única que puede volver a unir a todos ellos, así que propongo esta misión a la señorita como un perdón a su pecado.

Debajo de mi camaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora